Abuso sexual infantil en Izúcar

Por: Michelle Hoyos López

No fue un embarazo infantil. Fue una violación. Izúcar de Matamoros apareció en la lista una vez más. Y no es para sentir orgullo, es para sentir rabia. Para gritar. Para denunciar. En 2024, en este municipio, nació un bebé cuya madre tenía 11 años. El hombre registrado como padre tenía 26. Hay una diferencia de 15 años.

No fue un embarazo infantil. Fue una violación. A ella nadie le preguntó si quería. Porque legalmente no podía decidirlo. Porque emocionalmente no estaba preparada. Porque físicamente aún era una niña. Una niña que iba en la primaria. Que jugaba. Que soñaba. Que tenía metas.

No estaba pensando en ser madre. Mucho menos en ser tocada por un adulto. Él no era su pareja. Era su agresor. Y lo digo fuerte, para que me escuchen en donde aún se cree que esto es normal. No es normal. No está bien. Nunca lo ha estado.


A las personas quienes piensan que “así era antes”, a quienes dicen “seguro ella quiso”: ¡No! Las niñas no quieren. Las niñas no eligen esto. Las niñas son víctimas.

Esto es abuso sexual infantil. Esto es violencia feminicida. (La violencia feminicida es toda agresión hacia mujeres y niñas por el hecho de serlo, y se agrava cuando el Estado, la sociedad y las instituciones no hacen nada por detenerla).

Esto es patriarcado. (El patriarcado es un sistema de poder que le da autoridad a los hombres sobre los cuerpos y decisiones de las mujeres, que normaliza el abuso y justifica la violencia).

Y no es solo Izúcar. También pasó en Puebla capital, donde una pequeña de 11 años fue embarazada por un hombre de 32. Pasó en Tehuacán, en Texcoco, en Veracruz, en San Luis Potosí, en Chiapas, en Guerrero, en Nuevo León.

Casos reales. Fechas recientes. Estas son las cifras oficiales: En Matehuala, San Luis Potosí, una menor de 11 fue abusada por un hombre de 47. En “El Oro”, Estado de México, otra niña de 12 fue embarazada por un hombre de 65 años. En Texcoco, una pequeña de 10 años dio a luz. El agresor tiene 32. En Juárez, Chihuahua, otra menor de 11 fue violada por un hombre de 34.

¿Y aún nos atrevemos a decir que es normal? ¿Que “así es la vida”? No. Esto es violencia. Y si lo permitimos, somos cómplices. Porque también es violencia el silencio. Es violencia que las autoridades no denuncien. Es violencia que las familias no protejan.


Es violencia que el sistema de salud registre estos partos sin activar alarmas. Es violencia que haya niñas siendo madres, y hombres que siguen libres.

Desde Izúcar de Matamoros lo digo. Como mujer. Como poblana. Como mexicana. Lo he visto. Lo he escuchado. He sentido el miedo de ser niña y saber que allá afuera hay adultos que pueden hacerte daño… y nadie va a defenderte.

Esto no es cultura. Esto no es costumbre. Esto no es un “amor prohibido”. Esto es VIOLACIÓN. Y los violadores deben ser nombrados como tal. Y deben ser juzgados por lo que hicieron. Las niñas merecen jugar. Estudiar. Soñar. Merecen vivir su infancia, no sobrevivir a una maternidad impuesta a golpes, miedo y silencio.

Hoy levanto la voz por ellas. Y que nunca más se escuche que “nació un bebé de una niña de 11 años”, sin decir la verdad completa: Esa pequeña fue abusada y merece justicia.

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