Redacción / Información regional.
El día de ayer se conmemoraron 43 años del sismo que sacudió la región de Huajuapan el 24 de octubre de 1980. Este evento sísmico, de magnitud 7.1, tuvo su epicentro en las inmediaciones de la localidad y afectó a los estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla. Los daños causados fueron considerables y generaron una gran alarma entre la población.
A las 8:53 horas de aquel viernes, la tierra comenzó a temblar en Huajuapan y en todo su radio de acción de 100 kilómetros. Sin embargo, el impacto también se sintió a una distancia mayor, en la Ciudad de México, ubicada a 180 km del epicentro. En la capital del país, el sismo provocó histeria y pánico colectivo, exacerbado por el corte del suministro eléctrico en la mayoría de la ciudad.
Según los informes oficiales, el sismo dejó un saldo de más de 50 muertos, más de mil heridos y cerca de 15 mil damnificados, distribuidos en seis ciudades y 60 poblaciones. Huajuapan, en particular, fue una de las localidades más afectadas, con un 90% de sus edificaciones dañadas. Las viviendas, los edificios de mala calidad y las construcciones antiguas, como iglesias y presidencias municipales, fueron los más afectados.
El daño también se extendió a otras regiones. Se documentaron daños en Petlalcingo, Chila, Acatlán y Tulcingo en el estado de Puebla; en Huajuapan de León, Yosocuta, Tamazulapan y Tlaxiaco en Oaxaca; y en Xochihuehuetlán, Huamuxtitlán y Tlapa en Guerrero. Sin embargo, en muchas comunidades las inspecciones fueron difíciles de realizar debido a la accidentada topografía y a la falta de acceso.
Este sismo no fue un evento aislado en la región central de México. En los últimos cien años, se han registrado otros movimientos telúricos de magnitudes similares. El 9 de febrero de 1928 hubo un sismo de magnitud 6.5, seguido por otro el 11 de octubre de 1945, también de magnitud 6.5. En mayo de 1959, se registró un sismo de magnitud 6.8 y en junio de 1999 uno de magnitud 7. Por último, el 19 de septiembre de 2017, se registró un sismo de magnitud 7.1 que dejó una gran devastación en varios estados del país, incluyendo la Ciudad de México.
Ante la frecuencia de estos eventos sísmicos y la corta duración del tiempo de alerta, es de vital importancia que la población se mantenga siempre preparada y cuente con un plan de emergencia. Los sismos son fenómenos naturales impredecibles, pero la prevención y la preparación pueden ayudar a salvar vidas y minimizar los daños. Es fundamental que las autoridades y la ciudadanía estén conscientes de los riesgos sísmicos y trabajen juntos para mitigarlos. Solo así se podrá enfrentar de manera adecuada cualquier eventualidad que se presente en el futuro.