Abraham Onofre/ Izúcar de Matamoros, Pue.
En un sorprendente giro de los acontecimientos, un supuesto optometrista del Centro de Bienestar Social Municipal en Izúcar ha sido señalado por emitir certificados médicos con una cédula profesional que no le pertenece, desencadenando un escándalo que amenaza con consecuencias legales.
A mediados de octubre, durante el proceso de expedición de una licencia de conducir para un trabajador del volante, la Secretaría de Movilidad descubrió una presunta irregularidad. El certificado médico presentado, que avalaba el estado visual del solicitante, fue emitido por Roberto Santiago N, quien afirmó ser optometrista y presentó la cédula número 2248173.
Sin embargo, la revelación impactante surgió cuando el personal de Movilidad verificó la autenticidad del documento. Contrariamente a lo esperado, el número de cédula correspondía a una mujer con formación en Técnicas en Diseño y Confección, expedida en 1995 por el Colegio Nacional de Educación Profesional (Conalep). Un descubrimiento que desató la incertidumbre sobre la legitimidad de la práctica de Roberto Santiago N.
Ante la advertencia de posibles consecuencias legales, el conductor argumentó que él simplemente había presentado los documentos solicitados y que la licencia le fue expedida sin cuestionamientos. Sin embargo, el Centro Preventivo y la Secretaría de Movilidad advierten que esta situación podría acarrear sanciones legales tanto para el optometrista como para la entidad municipal.
Este inesperado escándalo plantea interrogantes sobre los protocolos de verificación y la integridad del personal del Centro de Bienestar Social Municipal en Izúcar. Las autoridades competentes están llevando a cabo una investigación exhaustiva para esclarecer el alcance de esta situación y determinar las responsabilidades correspondientes.
En medio de la incertidumbre, la ciudadanía de Izúcar de Matamoros exige respuestas y transparencia en la gestión de los servicios municipales. Este caso, que comenzó con la simple expedición de una licencia de conducir, se ha convertido en un dilema que pone a prueba la confianza en las instituciones locales.