Este jueves, cientos de manifestantes se reunieron en la capital para conmemorar el décimo aniversario de la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, un caso emblemático que sigue sin resolverse. La marcha, que comenzó de manera pacífica, se vio interrumpida por actos vandálicos perpetrados por un grupo de encapuchados.
Los familiares de los normalistas lideraron la movilización, exigiendo justicia y denunciando la complicidad de autoridades, incluyendo al Ejército y a expresidentes. A medida que la marcha avanzaba desde el Ángel de la Independencia, comenzaron a registrarse disturbios en los que se vandalizaron comercios y se impidió a los medios de comunicación documentar los incidentes.
Los encapuchados causaron daños en tiendas, bancos y restaurantes ubicados en la Avenida Reforma. También se reportaron pintas en un tren de la Línea 3 del Metro, donde se escribieron mensajes como “Fue el estado” y “Narco Gobierno”. Las autoridades realizaron maniobras para desalojar el tren afectado, aunque hasta el momento no han emitido un comunicado oficial sobre el incidente.
A pesar de estos disturbios, muchos de los manifestantes continuaron alzando sus voces con consignas como «¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!» y “¡Justicia!”. Más de 500 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se unieron a la marcha, participando en un emotivo pase de lista en honor a los normalistas desaparecidos.
El obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera, criticó el encubrimiento de las anormalidades relacionadas con el Ejército en este caso y llamó a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, a asumir la responsabilidad de buscar justicia. La jornada, aunque marcada por la solemnidad de la conmemoración, también reflejó la tensión social y la frustración persistente entre los ciudadanos que claman por respuestas claras del gobierno.