Abraham Onofre / Información nacional.
En las últimas semanas, un fenómeno alarmante ha surgido en la frontera sur de México: miles de chiapanecos han abandonado sus hogares, buscando refugio en Guatemala para escapar de la violencia y el reclutamiento forzado por parte del crimen organizado. La canciller de México, Alicia Bárcena, ha confirmado que esta migración masiva es impulsada principalmente por el temor a ser reclutados por bandas criminales que operan en la región.
Desde el 23 de julio, familias de comunidades como Amatenango han comenzado a huir, preocupadas por la creciente violencia entre grupos delictivos, especialmente el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Estos grupos han intensificado sus actividades en Chiapas, llevando a cabo reclutamientos forzados de jóvenes, lo que ha generado un clima de terror en las localidades afectadas.
Más de 200 chiapanecos han recibido certificados de permanencia humanitaria en Guatemala, mientras que 61 han optado por regresar a sus hogares, a pesar del riesgo que esto conlleva. La situación ha llevado a la Secretaría de Relaciones Exteriores a programar reuniones con autoridades guatemaltecas para abordar la crisis y ofrecer asistencia a los desplazados.
Los testimonios de los migrantes revelan un panorama desolador. Muchos han tenido que abandonar sus pertenencias y salir huyendo en medio de enfrentamientos armados. Las organizaciones no gubernamentales han reportado que los desplazados enfrentan no solo la pérdida de sus hogares, sino también problemas de salud y necesidades básicas no atendidas.
Las familias que se dedican a la agricultura, como la siembra de maíz, han visto cómo su modo de vida se desmorona ante la amenaza constante de la violencia. La incertidumbre sobre el futuro y el deseo de proteger a sus hijos de ser reclutados han llevado a muchos a cruzar la frontera en busca de seguridad.