Alberto Jiménez Merino / Un Nuevo Comienzo
Aunque según las autoridades federales la pandemia por Covid-19 ya está domada y la curva de infectados está aplanada, la realidad es que los mismos datos oficiales indican que hay un repunte del virus con impactos muy similares al mes de mayo pasado y un mayor riesgo si no se evitan las fiestas de Navidad, fin de año y Santos Reyes.
Hasta el sábado 12 diciembre de 2020, las cifras de la Secretaría de Salud Federal indicaban 1 millón 241 mil 436 casos positivos de Covid y 113 mil 704 muertes por la pandemia. En el centro del país, principalmente Ciudad de México y Estado de México, la ocupación hospitalaria regresó a niveles del 75 por ciento con tendencia a crecer.
Quedarse en casa, usar cubrebocas señor Presidente, mantener sana distancia, no acudir a fiestas y aislarse 15 días si se es positivo, son ya una obligación y responsabilidad moral ineludible.
La autorización de uso de la vacuna Pfizer/BioNTech, por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) es una gran noticia.
La época invernal por sus bajas temperaturas y las convivencias tradicionales aumentan notablemente el riesgo de contagios.
Aún no hay certeza del regreso presencial a clases, al menos en el primer trimestre del año, y la actividad económica sigue teniendo limitaciones para operar y volver a la normalidad.
Pero también ya hay consecuencias positivas y negativas de esta pandemia. Una positiva es la tendencia a mantenerse, e incluso a disminuir, el precio de la gasolina. Derivado de una reducción en el consumo mundial de petróleo y en consecuencia de gasolina, los precios han ido a la baja y, según los expertos, es una tendencia que se mantendrá por lo menos durante 2021.
Una consecuencia por muchos conocida, es que la pandemia obligó a posponer la atención de otras enfermedades que, no obstante de ser cónicas, no son contagiosas, como el cáncer o la diabetes, pero que lamentable han incrementado sus índices de muertes.
Derivado de los graves impactos económicos por el coronavirus y de la falta de voluntad de los principales líderes mundiales, el Acuerdo de París cumple ya 5 años con escasos avances en la lucha contra el cambio climático. Este acuerdo mundial busca que la temperatura media del planeta no supere los 2°C a finales del siglo XXI. Un informe del Departamento de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, citado por Luis Méndez, El Universal 12 diciembre, señala que “de continuar en la misma línea de degradación del medio ambiente podría volverse inservible a partir de mediados de siglo”.
Otra grave consecuencia de la pandemia, asociada directamente con la economía, es la creciente agudización de la pobreza extrema y el hambre en América Latina, en donde según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), más de 47 millones de personas padecieron hambre en 2019. Esta situación impedirá cumplir la meta de Hambre Cero para el año 2030 y augura aumentos significativos de hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición en los próximos años.
Es necesario que países, como México, tengan presentes estas consecuencias de la pandemia para poder establecer las políticas públicas que se requieren, y resolver o mitigar sus impactos en la población.
El apoyo a las energías limpias es una necesidad mundial que nada tiene ver con los colores de partidos en el poder. La energía solar, eólica, biocombustibles o geotérmica, deben ser parte del abanico de opciones que se deben apoyar ahora y no esperar a que los problemas de degradación ambiental sean mayores.
Se necesitan políticas agroalimentarias más allá de los tradicionales apoyos que ahora dicen que se dan directamente a los productores, cuando eso ya se ha hecho desde antes.
Más que despensas y ayudas alimentarias, se requiere de programas de apoyo a la producción, como huertos y granjas familiares para el segmento de pequeños productores en zonas rurales y periurbanas con apoyos logísticos integrales. Las respuestas productivas se obtienen en plazos de 40 a 90 días; y para los productores medianos y grandes, se necesitan apoyos para el desarrollo e integración de cadenas productivas y de suministros para acceder a mejores mercados.
Por ejemplo, la producción de leche y carne en México tiene su mayor potencial en las regiones tropicales, con praderas y genética de alta calidad, a través de técnicas como la inseminación artificial y el trasplante de embriones. Lamentablemente, seguimos perdiendo el tiempo con Crédito Ganadero a la Palabra y otros inventos de probada inoperatividad.
La economía, la seguridad pública, la salud, la seguridad alimentaria y el abasto de agua, son factores críticos de la gobernabilidad, ¡Aunque se tenga el 100 por ciento de aceptación popular!