Alberto Jiménez Merino / Nuevos Horizontes
Como poblano, servir a Puebla ha sido uno de mis mayores privilegios, y escuchar a la gente, es la única vía para conocer sus necesidades e impulsar su desarrollo participativo.
Por eso, realizamos una reunión con ganaderos de la Mixteca, en donde acordamos seguir gestionando obras de captación de agua, promoviendo la siembra de praderas, fortalecer la inseminación artificial, así como el trasplante de embriones para acortar hasta en 18 años los tiempos del mejoramiento genético.
Y, por primera vez en la historia de la Mixteca poblana, el próximo 12 de diciembre, dentro de la Expo Ganadera Chiautla de Tapia 2022, con apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se realizará una “Demostración de trasplante de embriones en ganado bovino”.
Por otra parte, inició la discusión del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2023 propuesto por el ejecutivo federal, el cual habrá de concluir con la aprobación de la Cámara de Diputados a más tardar el próximo 15 de noviembre para que, posteriormente, se discuta en la Cámara de Senadores.
Independiente de los análisis sobre las partidas destinadas a los diversos sectores, la primera conclusión que podemos destacar es que nunca hay un presupuesto que alcance para todas las necesidades de la población.
Pero, más grave aún, es que no se conocen las necesidades de la población, porque siempre se ha tenido miedo a escuchar a la gente. Se escuchan con atención solo los halagos, las buenas cosas, pero los reclamos incomodan con facilidad a quien tiene el poder, porque el poder, por mínimo que sea, transforma a todos; y, no hay a quien le guste escuchar errores, y casi no hay quien tenga el valor de decirlos.
No se conocen las necesidades de la población porque no existen en el sistema político mexicano los mecanismos para identificarlas. Las campañas políticas no son para conocer las necesidades de la gente, sino para resaltar los errores de los actuales gobernantes y convencer de que ahora sí hay una nueva esperanza. Las propuestas en una campaña es lo que menos interesa a los electores y a muchos candidatos.
Posteriormente, ya como gobierno, no existen los mecanismos suficientes para identificar esas necesidades. Los planes de desarrollo en los tres órdenes de gobierno no han pasado de ser más que requisitos constitucionales cargados de buenas intenciones, a los que muy poco caso se les hace ante la gran cantidad de rezagos que todos los gobiernos han ido dejando.
Desde hace mucho tiempo hemos abandonado la planeación, la capacidad de identificar, clasificar, priorizar las necesidades, proyectar plazos para su atención y definir con realismo lo que se puede avanzar en el periodo correspondiente a cada administración. Salir bien en el sexenio o trienio y aspirar al siguiente escalón, ha sido una práctica predominante en buena parte de la clase política. Adelantar esos procesos ha sido un grave error que pierde a funcionarios, confunde a la sociedad y paraliza al gobierno.
La propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, considera 8.3 billones de pesos, 17.1 por ciento superior a 2022 que fue de 7.1 billones.
El Programa Especial Concurrente (PEC) 2023, la suma de los presupuestos de todas las dependencias que inciden en el Medio Rural, es de 403.2 mil millones de pesos (mmdp), 10.3 por ciento más que 2022 que fue de 365.7 mmdp.
Históricamente el presupuesto de la Secretaría de Agricultura (SADER) fue de 92 mmdp en 2015 y 84 mmdp en 2016. En 2020 descendió a 47 mmdp y este próximo año, 2023, tendrá un presupuesto de 70.528 mmdp, 26.4 por ciento más que 2022, cuya cifra fue de 55.789 mmdp. Por esta razón hemos venido proponiendo que ya es tiempo de dar al campo mexicano un presupuesto de al menos 100 mil millones de pesos.
Lo anterior permitiría apoyar con semillas mejoradas, recursos para estados y municipios, riego tecnificado, milpa mexicana y agricultura familiar, agricultura de conservación, praderas y tecnificación ganadera, sanidad e inocuidad para controlar plagas y enfermedades, desarrollo de cadenas productivas, atención a trámites agrarios.
Y si las asambleas y acciones de planeación se hicieran realmente para escuchar a la sociedad, seguramente sabríamos de los olvidos presupuestales en mantenimiento de infraestructura carretera, abasto de agua potable, recarga de acuíferos, tratamiento y reúso de aguas residuales, manejo de residuos sólidos, escuelas de tiempo completo, apoyo a la investigación y desarrollo tecnológico, refugios a mujeres violentadas, abandono de las policías municipales, abasto de medicinas y falta de médicos, apoyo a personas con discapacidad, mantenimiento a escuelas, y apoyos al fomento económico de los distintos sectores sociales.
Sin planeación ni estrategia, ningún presupuesto será favorable. Por tal motivo, necesitamos recuperar la planeación democrática y el desarrollo participativo de la sociedad, que permitan impulsar soluciones y progreso.