Gabriel Sánchez Andraca / Semana Política
Seguramente que nunca se imaginaron los dirigentes nacionales del PAN y del PRD, que su anuncio de alianza para el 2018, iba a provocar tantas críticas entre sus mismos militantes. Ni panistas, ni perredistas de base han hecho un solo comentario positivo de ese anuncio.
El primero en descalificarlo fue el cofundador del PRD y por mucho tiempo, líder moral de ese partido Cuauhtémoc Cárdenas, que lo llamó: “Enorme torpeza”; López Obrador, el ex candidato presidencial del PRD y ex dirigente nacional de ese partido y ahora presidente nacional de Morena, partido de izquierda fundado por él, dijo que el anuncio de la dirigente Alejandra Barrales y del panista Ricardo Anaya, demuestra que el PRD es palero del gobierno. Y el panista Ernesto Cordero, secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón y actualmente senador, consideró el anuncio, como una ocurrencia y un desatino del dirigente nacional de su partido, el PAN, Ricardo Anaya y le pidió que se centre en las elecciones próximas del mes de junio.
Aquí en Puebla, la dirigente estatal perredista Socorro Quezada Tiempo, desaprobó dicha alianza y según se sabe, provocó que muchos perredistas poblanos, hayan decidido abandonar ese partido, el PRD y buscar ingresar al partido Morena.
El anunció pues, de esa posible alianza de la derecha con la izquierda o supuesta izquierda, ya no entusiasma a nadie, excepción de quienes hicieron el anuncio.
Los panistas de a de veras, tampoco están de acuerdo con aliarse con quienes hace solo medio siglo, eran sus enemigos mortales, los izquierdistas. Todavía hay mucha gente que recuerda las luchas universitarias de los años sesenta y setenta, durante las cuales los enfrentamientos callejeros entre izquierdistas y derechistas eran frecuentes. Y ahora resulta que quieren ser aliados “para sacar al PRI del poder”. ¿Qué no ya lo habían sacado?
Miguel Barbosa Huerta, el senador que fue coordinador de la bancada perredista y que al renunciar a ese partido pasó a ser de la bancada PT-Morena, es aspirante a la candidatura de Morena para la gubernatura de Puebla, en el 2018.
Ya incluso un ex dirigente estatal del PRD, Erik Cotoñeto, renunció a ese partido para iniciar los trabajos de pre campaña de Barbosa Huerta en Morena.
La dirigente estatal perredista, doña Socorro Quezada, también anda en esos pasos, pues estuvo acompañando a Cotoñeto en la conferencia de prensa donde él anunció su salida del partido del sol azteca.
Para numerosos perredistas, doña Socorro ya está casi fuera del PRD y demandan que se cambié al comité estatal de ese partido. Ya lo han pedido oficialmente a la autoridad electoral correspondiente.
El cuento de que el PRD casi ha desaparecido, no lo creen muchos simpatizantes que ven que muchos universitarios perredistas lo siguen siendo y es cierto. En Puebla el PRD tiene una tradición bien arraigada, pues es producto de muchas de las luchas universitarias de los años sesenta a la fecha. Morena para ellos, es López Obrador y aun cuando reconocen liderazgo del tabasqueño, no acaba de convencerlos por la desorganización, que por lo menos en Puebla, tiene ese partido.
El acto de los priistas el próximo domingo en esta capital, que ha sido convocado por Juan Carlos Lastiri Quiroz, amenaza con ser un acto fuerte, en el que se pedirá a los liderazgos que el PRI tiene en el estado, que se hable claro y fuerte, pues de lo que se trata, nos dicen, es de llevar a la Asamblea Nacional próxima de su partido, una propuesta que refleje el sentir de los militantes de base, muchos de ellos descontentos con la forma en que se ha venido conduciendo al PRI desde hace casi un cuarto de siglo.
Si el PRI no retoma la política social que en sus orígenes fue su fuerte, si no reagrupa a los sectores que fueron sus pilares más fuertes: el campesino, el obrero y la clase media popular, pues será un partido como todos los demás, sin futuro. Pasará a ser, hay veces que ya lo es, un partido del montón, sin propuestas, sin soluciones claras para los graves problemas del país, un partido de oportunistas y corruptos que en vez de contribuir a sacar a México del atolladero, lo hunden cada vez más.
Todos los partidos mexicanos, han perdido identidad, todos parecen ser iguales, porque ya perdieron su ideología o nunca la han tenido.
Ni el PRI es un partido liberal comprometido con la justicia social; ni el PAN es ya el partido derechista que fue, comprometido con el bien común; ni el PRD es el partido izquierdista que pretende ser, pues ya no tiene compromiso con las clases populares ni abandera sus causas.
De la crisis política que padecemos, se derivan todas las demás: la de inseguridad, la económica, la social que significa el retroceso educativo, de salud, de bienestar para la gente y también es culpable de la mediocridad de nuestra clase política.