Gabriel Sánchez / Semana Político
Cuando en sus videos televisivos de promoción a su partido, el dirigente nacional del PRI, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, expresa que el Partido Revolucionario Institucional, ha sido el culpable de que los campesinos mexicanos hayan sido dueños de la tierra que trabajan a través de instituciones como el ejido y la pequeña propiedad, así como de la propiedad comunal.
De que los obreros, empleados y mexicanos en general, tengan seguridad social y atención médica gratuita, a través de instituciones como el IMSS, el ISSSTE, el ISSSTEP y la Secretaría de Salud; de que haya educación básica gratuita y en un tiempo hasta educación media superior y superior, y que a través de instituciones como el INFONAVIT, los obreros, las clases medias y populares hayan llegado a ser dueñas de las casas que habitan, tiene la razón.
Curiosamente, el dirigente nacional priísta, deja de culpar al PRI, hasta el periodo de Luis Echeverría, de todo lo bueno que trajo la Revolución de 1910, a través de su partido ahora Revolucionario Institucional. No se refiere en ese video propagandístico a lo que vino después de los gobiernos nacionalistas revolucionarios, es decir, no habla de los periodos cubiertos por los tecnócratas neoliberales y de los que fueron convertidos por sus socios secretos, los panistas.
No debemos olvidar los mexicanos, que los priístas también son culpables de la instauración en nuestro país del neoliberalismo, un sistema económico y social impuesto por los gringos y los ingleses, cuando los Estados Unidos eran gobernados por Ronald Reagan y Margaret Teacher.
Ellos impusieron el nuevo sistema, que fue aceptado sumisamente por los gobiernos mexicanos conformados por egresados de prestigiosas universidades estadounidenses, y por panistas sin oficio político y sin ninguna sensibilidad social.
Ahí empezó el derrumbe de todo lo que, con austeridad y sacrificios, había sido construido por los gobiernos surgidos de la Revolución ya institucionalizada, desde Lázaro Cárdenas del Río, hasta José López Portillo.
Sin decir agua va, sin realizar ningún congreso nacional priísta, sin consultar a los sectores obrero, campesino y popular, que fueron los pilares del priismo tradicional; Carlos Salinas de Gortari y su grupo de tecnócratas, se adueñaron de la situación, acataron el programa económico que les impusieron los gobiernos estadounidenses y provocaron la catástrofe, que en todos los órdenes, está sufriendo nuestro país.
El Partido Revolucionario Institucional, tenía o mejor dicho tiene, una doctrina, un programa económico y social de acuerdo a la realidad mexicana, un programa de acción; y todo eso, fue echado por la borda para imponer en la realidad el neoliberalismo que consiste básicamente, en adelgazar lo más posible al gobierno (federal, estatal y municipal) para entregar las funciones que competen al Estado Mexicano en su conjunto, al llamado sector privado.
Esto lo percibieron desde un principio los propios priístas que, en el tiempo del gobierno de Ernesto Zedillo, exigieron cambios, entre ellos, el que el candidato a la Presidencia de la República, no fuera neoliberal. Tuvo que ceder a esa exigencia el gobierno de Zedillo, pero entonces la cúpula priísta tuvo un trato con los panistas, para cederles el poder.
La firma del Tratado del Libre Comercio, se logró después de que el gobierno mexicano se comprometió a tener un gobierno democrático. Se decidió que como ocurre en los Estados Unidos, hubiera solo dos partidos políticos fuertes: el Revolucionario Institucional y Acción Nacional.
Con la llegada del neoliberalismo, las diferencias entre PRI y PAN, se habían suavizado al máximo, al grado de ya no distinguir quien era más derechista, pues los gobiernos priístas de la nueva corriente económica, habían fortalecido tanto al sector privado, que se había adueñado de todo: ferrocarriles, aeropuertos, autopistas.
Se había fortalecido al sector educativo privado principalmente en educación superior; PEMEX se estaba entregando al capital particular, lo mismo que el servicio eléctrico; muchos sectores de la clase media empobrecieron; sectores empresariales, se enriquecieron más; se agudizaron las diferencias sociales, creció la desigualdad; diputados, senadores, funcionarios de mediano y alto nivel, tenían seguros médicos pagados por el gobierno en instituciones de salud privadas y sumamente caras.
Dos servicios básicos para la población en general, educación y salud, estaban siendo avasalladas por los particulares. Los gobiernos panistas provocaron una agravación de los problemas sociales, creció la inseguridad y la violencia, se declaró la guerra al narcotráfico sin ninguna estrategia, sin ninguna preparación previa, y esa guerra se ha ido agravando y los diferentes gobiernos no han podido frenarla o aminorarla.
De todo eso, también hay que culpar al PRI. “Alito” no lo hace, pero todos los priístas tienen memoria, y saben cuando su partido estaba realmente comprometido con el pueblo y cuando dejó de estarlo.