No una, sino muchas veces se ha afirmado que los priistas, cuando se dividen pierden. Y esa afirmación ya se ha confirmado en los hechos: en el 2010, cuando perdieron por primera vez en la historia del estado, una elección de gobernador para dar paso al primer gobernador postulado por el Partido Acción Nacional, aunque su formación política haya sido totalmente priista; y en el 2016, cuando el PRI por segunda vez perdió en Puebla la elección de gobernador.
Las divisiones internas y el mal tino para elegir a sus candidatos, han sido las causas principales de las derrotas del, en otro tiempo, invencible Partido Revolucionario Institucional.
Las derrotas sufridas no han sido suficientes para hacer entender a los militantes de cúpula del partido tricolor, que si continúan por ese camino, van a acabar en la banca, “nomás milando”.
Todo parece indicar que los militantes del partido surgido de la Revolución de 1910, además de carecer de ideología, de desconocer la historia de México y de su partido, han perdido la noción de la realidad. Creen que viven en los tiempos del invencible y autoritario PRI de hace 30 o 40 años.
Nadie les ha dicho que ese partido de antaño, ya murió; que él en aquél entonces presidente-dios, al que se debía obediencia absoluta y reverencia constante, ya no existe. Que el presidente ahora, es un hombre de carne y hueso, que tiene los niveles más bajos de popularidad derivados del gasolinazo, una decisión del gobierno federal, que tiene movilizados en protestas callejeras a la mayor parte de los habitantes del país; que ahora el presidente, es objeto de críticas constantes, incluso en programas de televisión que antes vivían para alabarlo y darle gracias por los beneficios recibidos; que muchos lo critican duramente por su comportamiento ante el también fuera de la realidad, Donald Trump, aunque en este caso también ha sido elogiado por su prudencia, necesaria en una relación tan complicada como es la de México con los Estados Unidos.
Los políticos inmaduros nuestros, se andan peleando por algo que ocurrirá dentro de más de un año. En vez de cerrar filas, de proponer solución a los graves problemas que confrontan Puebla y México; en vez de hacer propuestas para ayudarles a resolver los problemas a que se enfrentarán los miles de indocumentados poblanos que podrían ser regresados de los Estados Unidos, si Trump cumple sus absurdas promesas; se andan expulsando del PRI los unos a los otros, como si la ciudadanía toda no se hubiera dado cuenta que ahora en este país, da lo mismo un partido que otro, porque ninguno tiene ya, identificación ideológica.
En momentos como los actuales, lo que menos conviene a los partidos, es una división interna y todos están divididos. Bueno, sólo tienen un objetivo común: evitar que el partido de Andrés Manuel López Obrador, Morena, siga creciendo y como si fuera una maldición, sigue creciendo.
Y crece, porque los otros se dividen y las divisiones son signos de debilidad.
Los encuentros entre los aspirantes del PRI a la candidatura para gobernador se han venido dando con frecuencia, desde antes de las elecciones de junio de 2016; se siguen dando ahora; hay conferencias de prensa constantes en las que se juran unidad y amor eterno y todo sigue igual. La división parece irreconciliable.
Y eso que los priistas parecen o parecían ser los políticos con mayor madurez, dada su larga permanencia en el poder, su experiencia, su oficio, su fuerte organización, su sólida estructura.
Todo eso parece que ya se lo llevó el diablo y ahora queda un puñado de hombres relativamente jóvenes, que quieren ser candidatos a costa de lo que sea y de llevarse entre las patas, a su propio partido, el vehículo con el que quieren llegar a la cima.
Lo saben pero se hacen que no saben, que en las elecciones del 2018 se va a decidir no sólo la presidencia de la república, sino las gubernaturas de varios estados, entre ellos Puebla; la integración de las cámaras de diputados y de senadores; los congresos locales y los ayuntamientos de casi todo el país.
Si esas elecciones, que se efectuarán a mediados del año próximo, encuentran a un PRI dividido y a un pueblo más enojado que ahora por la baja en su economía familiar, ese partido, que ahora nos gobierna a nivel nacional, puede ser derrotado en toda la línea en Puebla y de esa caída, podría no recuperarse en mucho tiempo.