Gabriel Sánchez Andraca / Semana Política
La insistencia de las dirigencias nacionales del PRI y del PAN, en dejar al frente de sus partidos en Puebla a los mismos dirigentes que ahora están, es decir, imponer su reelección, indican claramente que no han entendido la nueva realidad del país y de sus propias organizaciones partidistas.
Es increíble que no se hayan dado cuenta de que ni el Revolucionario Institucional, ni Acción Nacional, son lo que antes fueron y de que las condiciones políticas prevalecientes en México los obligan a un cambio drástico de actitudes.
Ya no pueden ni deben manejarse con el autoritarismo de antes; deben abrirse a la democracia interna, dejar que sus militantes elijan a sus dirigentes, dejarlos que elijan a quienes vayan a ser sus candidatos a los diversos puestos de elección popular. Deben entender que, si ellos siguen sintiéndose de “otro roce social” y no conviven con militantes y ciudadanos en general, van a acabar más relegados de lo que ya de por si están.
PRIÍSTAS Y EX PRIÍSTAS QUE convivían en un café de los portales, estaban realmente molestos por la decisión de delegar en la dirigencia estatal a don Néstor Camarillo y los demás integrantes de ese grupo.
Los panistas están protestando porque su dirigencia nacional insiste en dejar al frente de su organización a doña Genoveva Huerta, pese a que ya han demostrado que ella no es ni será panista y que obedece a los intereses del grupo que se formó dentro del PAN, para servir al fallecido ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
El primer gobierno panista de Puebla, no siguió los principios del Partido Acción Nacional, ni sirvió a los intereses de la ciudadanía poblana, sino que se movió en función de favorecer a un grupo privilegiado sin identidad ideológica o política, capitaneado por un político que había sido priísta siempre y que se volvió panista para llegar a la gubernatura, y ya en ella, formó una corriente ajena al PAN y creó un mini partido para colocar a sus amigos en puestos de elección popular.
Quienes entonces eran los panistas auténticos, fueron los de la primera ola del neopanismo, conformado cuando los empresarios de la derecha mexicana quisieron intervenir directamente en política y el PAN se alquiló como franquicia para que pudieran hacerlo.
Bueno, pues esos panistas, tuvieron que salir huyendo de la furia del gobernante y ninguno ocupó un cargo importante dentro del gobierno “panista” de Moreno Valle Rosas.
Doña Genoveva, la actual dirigente estatal, pertenece a esa corriente. Fue designada primero como secretaria general y luego como presidenta del comité estatal por la señora Martha Erika Alonso, esposa del gobernante y ella misma ya gobernadora, cuando ocurrió el accidente en el que perdieron la vida ambos.
EL PRESIDENTE MUNICIPAL ELECTO de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, ha sido panista toda su vida. Es decir, se adhirió al partido representante de la derecha desde su juventud y trabajó dentro de su partido y fue diputado local; en fin, hizo trabajo de partido y participó en la política electoral. Fue presidente municipal en el primer trienio del gobierno de Moreno Valle, quien como hemos dicho aquí, no lo dejó ser.
El gobernador concentró toda su actividad en el municipio capital del Estado y abandonó a la provincia poblana.
Su interés por convertir a la ciudad de Puebla en un centro turístico, lo hizo olvidarse de la provincia poblana que al final de su gobierno, reclamaba airadamente al candidato a la llamada “mini gubernatura” Antonio Gali Fayad, ese abandono.
Los caminos y carreteras de la entidad estaban destrozados, las escuelas abandonadas, había construcciones sin terminar, entre ellas algunos hospitales y centros de salud, la actividad agropecuaria sin atención, pues solo se daban “moto-tractores” a algunos, que nunca supieron manejar y que terminaron como chatarra.
En cambio, en la capital, se trajo una rueda de la fortuna que totalizó varios cientos de millones de pesos, se construyó el museo internacional del Barroco, que costó más de 7 mil millones; un centro integral de servicios, con lago artificial, que sumó más de 7 mil millones; unas ciclopistas que nadie usa y que no llevan a ninguna parte en concreto, que costaron casi mil millones de pesos.
En fin, se dejó endeudado a la entidad como nunca lo había estado, y ya en su tiempo, la capital, pese a todo, era la ciudad con más pobres del país y ahora la entidad en su conjunto, pasó a sustituir a Oaxaca en la triada de los estados más pobres y atrasados de la República: Chiapas, Guerrero y Puebla.
Al edil poblano que humilló e hizo a un lado durante todo el trienio, lo acusó al final de su mandato de malversación de fondos, pero luego lo hizo otra vez candidato a la alcaldía capitalina, para acompañar a su esposa en la campaña por la gubernatura. Toda una telenovela.
Ahora don Eduardo está obligado a ser un buen presidente municipal. Su elección se la debe a doña Claudia Rivera, por haber hecho un gobierno tan ineficaz, tan falto de sensibilidad política y social, que la gente volteó al PAN, como última esperanza.
El PRI ni siquiera participó con candidato propio, ahí sí fue realista; para qué se iba a exponer a una segura y vergonzosa derrota. Mejor se unió al seguro ganador, aunque su aportación de votos, no fue nada importante.