El Partido Acción Nacional ha tenido en Puebla tres momentos de gloria: en 1973, cuando por primera vez en su historia local, ganó por mayoría, las diputaciones federales de los dos distritos que entonces tenía esta capital; en los años ochenta, cuando lanzó como su candidato a la presidencia municipal de Puebla, a una persona ajena a ese partido, el ingeniero Ricardo Villa Escalera, y en el 2010, cuando ganó la gubernatura del estado, con Rafael Moreno Valle, cuya trayectoria política, se había forjado en el PRI.
Desde los años 70 ganó la presidencia municipal de Tehuacán, segundo municipio en importancia en el estado; obtuvo otros triunfos en municipios importantes como Texmelucan, Atlixco y Teziutlán, y pese a todo ello es un partido que no crece.
Las votaciones que ha obtenido, se deben más a los candidatos que ha propuesto a la ciudadanía que a las propuestas del propio partido.
Los candidatos triunfadores han sido en su mayoría ajenos al panismo tradicional. No han sido militantes tradicionales.
Cuando conocimos al PAN poblano, este partido estaba conformado por personas de clase media muy entusiastas y trabajadoras que en familia dedicaban los fines de semana, como si fueran de la Acción Católica o de cualquier otra agrupación religiosa, para visitar pueblos cercanos y adoctrinar políticamente a los pequeños grupos que lograban conquistar.
Sin embargo, la irritación que llegaban a provocar los políticos priistas, que en muchos casos abusaban del poder hacía que los ciudadanos volvieran sus ojos al viejo partido opositor considerado de derecha.
En 2010 alcanzó un triunfo increíble gracias a que el candidato a la gubernatura, Moreno Valle, era un político completo, bien entrenado y popular por su anterior militancia priista.
Era la oportunidad de hacer crecer el partido en serio, aquí en Puebla. Incluso hubo un intento de afiliación masiva promovido desde el poder, que sin embargo, fracasó, y es que los panistas tradicionales, además de carecer de carisma personal, conforman un grupo que forma su mundo aparte, alejado del pueblo y sus preocupaciones.
Parece que ese ha sido su problema principal. Su militancia tradicional conformada por hombres y mujeres egresados de escuelas confesionales tienen dificultades para convivir con personas de lo que ellos llamarían el populacho, gente formada en escuelas oficiales para quienes como Don Benito Juárez, Vicente Guerrero, Juan Álvarez, son héroes de la patria y no Miguel Miramón o Agustín de Iturbide.
Los movimientos universitarios de los años 60 pusieron de manifiesto esa división ideológica del pueblo poblano.
No es de extrañar pues, que ahora apoyen los del grupo tradicional, a doña Margarita Zavala, para la candidatura de su partido a la Presidencia de la República, y que Acción Nacional se encuentre dividido en todo el país, pues han ingresado a él gente ajena a la tradición panista.
Manuel Espino, quien fuera su dirigente nacional en tiempos de Felipe Calderón, afirmó que había necesidad de cuidar el ingreso de nuevos miembros al partido blanquiazul porque su llegada al poder podría hacerlos perder al partido.
Sus palabras fueron proféticas: el PAN ha llegado al poder, pero ya no es el PAN, pues sus militantes son una mezcla de liberales, conservadores, gente sin ninguna ideología partidista y oportunistas.
Y todavía más, están divididos y todo porque su llegada al poder los ha enloquecido.