Gabriel Sánchez Andráca
La caída del PRI, después de casi ochenta años de haber ejercido el poder absoluto en este país, tiempo en el que gobernó, desde la más humilde presidencia auxiliar, hasta la Presidencia de la República, no se debió a una sola causa, fue, como dijeran los clásicos, “multifactorial”
Influyeron muchas cosas: el autoritarismo presidencial, la ausencia de líderes con carrera y sensibilidad política, la abundancia de tecnócratas en el gobierno, la ambición de familias completas para ocupar los puestos de elección popular, el abandono de la militancia a la que no se le reconocía ningún mérito (excepto en época de elecciones) y el abandono de la política económica basada en nuestra realidad social, sustituyéndola por el neoliberalismo impuesto por el presidente estadounidense y la primera ministra inglesa (Reagan y Tacher, respectivamente) además de otras.
Los presidentes nacionales del PRI, eran impuestos por el presidente de la república y por lo general, la designación recaía en militantes probados de muchos años atrás y rodeados de políticos experimentados, con entrenamiento y sensibilidad política. Eso ya no ocurrió en los últimos tiempos, sino hasta que sintieron que el agua les llegaba al cuello. Fue entonces cuando entró el ex gobernador de Guerrero, René Juárez Cisneros, sustituyendo al desconocido y desconocedor del medio político priísta, Enrique Ochoa Reza, pero ya era demasiado tarde. El mal, ya estaba hecho.
En los estados los dirigentes eran impuestos por los gobernadores y por lo general llegaban, no los mejores, no los más ameritados, sino los amigos con oficio político o sin él, con sensibilidad política o sin ella.
Desde hace algunos años, el PRI se fue convirtiendo en una réplica del PRD dividido y enfrentado en su vida interna y por tanto, ineficaz para mantener a una militancia, que fue ejemplo de disciplina o sumisión, unida y preparada para ganar elecciones.
Desde la llegada al poder del grupo tecnocrático priísta, que fue encabezado por Carlos Salinas de Gortari, empezó la debacle. Todavía en el poder, Salinas empezó a debilitar a los tres sectores que conformaban los pilares del priísmo: el sector popular, prácticamente se desmanteló y perdió a sindicatos tan poderosos que lo conformaban, como el del IMSS y gran parte de la burocracia, federal y estatal.
Después saldrían los maestros y otras organizaciones que le daban vida a la CNOP o sector popular.
La CROM, que fue la poderosa central obrera en tiempos de Plutarco Elías Calles, casi desapareció, era solo un membrete. La FROC, definitivamente se declaró fuera del PRI y dio a sus miembros la libertad de pertenecer al partido que quisieran y solo la CTM se mantiene dentro de la órbita priísta, pero casi sin entusiasmo, sin demostrar lo que en otros tiempos fue.
El sector campesino fue abandonado a su suerte como han sido abandonados los campesinos de todo el país y su presencia en el PRI, ya casi no representa naca. El que fue llamado el voto verde, pues ahora se ha convertido en el voto azul o amarillo a juzgar por el gran número de municipios rurales que ganan los partidos de oposición.
Los puestos públicos, sobre todo los de representación popular, que ya vimos que eran muy privilegiados, eran para familiares y amigos cercanos de los gobernantes o de los líderes partidistas. El paso estaba cerrado para militantes con méritos suficientes para obtenerlos.
El resultado era lógico: el surgimiento de Morena, como partido representante de la izquierda o de la supuesta izquierda, arrastró a todos a su favor.
Los “dirigentes priístas” se sorprenderían de la cantidad, decenas o centenas de miles de los otrora militantes disciplinados o sumisos y agachados del priísmo tradicional, yendo a votar por los candidatos de Morena.
Se habla de la emigración hormiga de los perredistas hacia Morena, pero poco se dice de los militantes priístas que hacían lo mismo, pero en mucha mayor cantidad. Los militantes del PRI, no son dados a presumir sus rebeliones contra su partido. El castigo que imponen a sus malos dirigentes, a los que los han mantenido olvidados, relegados y solo utilizándolos cuando los necesitan.
¿El regreso del PRI es imposible? No, pero ese partido deberá reinventarse. Ha sido un partido hegemónico y autoritario y debe tener la humildad de volverse democrático en sus vida interna. Establecer reglas para reconocer y premiar a sus militantes destacados. Los descendientes de los políticos o funcionarios importantes, tendrán todo el derecho de aspirar a ser como sus padres, pero no por ser sus hijos o sobrinos o yernos (porque hasta los yernos salen beneficiados) de quien son, sino por sus propios méritos.
La política es un oficio para el que debe tenerse vocación y cualidades como la sensibilidad política y social y el oficio, es decir, el entrenamiento de varios años en la actividad política, pues la práctica hace al maestro.
En política no hay imposibles, pero si un partido desplazado por la voluntad del pueblo, cansado de abusos y atropellos de los que estaban arriba, pretende su regreso al poder, hay que transformarse. Los priístas de viejo cuño, ya no tendrán cabida en el nuevo México que se está formando. El objetivo de Morena es el desmantelamiento del sistema priísta por otro que pueda responder a las necesidades de los millones de mexicanos que han estado al margen del progreso y de la justicia en este país. Posiblemente no logre todo lo que se ha anunciado, pero si se logrará un cambio del que ya no podrá haber marcha atrás.