El senador poblano, Miguel Barbosa Huerta, ha sido desde su ingreso al PRD, el militante originario del estado de Puebla, más destacado de ese partido a nivel nacional.
Fue traído de Tehuacán a esta capital, por Jorge Méndez, dirigente de una de las tribus o corrientes que conforman ese partido.
Cuando Barbosa Huerta se dio cuenta, que iba a ser utilizado para hacer crecer a la corriente que dirigía y sigue dirigiendo su “padrino político”, rompió lanzas y se marchó al Distrito Federal, hoy Ciudad de México, encontrando apoyo con “Los Chuchos”, amos y señores de “Izquierda Unida”, la corriente más fuerte del perredismo, adueñada de la dirigencia nacional.
Ahí creció, políticamente hablando, hasta llegar a ser uno de los personajes más importantes del perredismo a nivel nacional.
En Puebla tal vez, nadie imaginó que Barbosa iba a crecer tanto dentro de la política como militante y legislador del partido de izquierda más importante de la época.
El abogado tehuacanero, siempre ha sido rebelde. Es firme en sus ideas y las expresa abiertamente y asume las consecuencias.
Su última trastada ha sido la de declararse partidario de Andrés Manuel López Obrador, creador y dirigente nacional del partido Morena, del que seguramente será candidato presidencial (dos veces lo fue por el PRD, partido que lo decepcionó).
Barbosa Huerta, ha dicho que él no deja el PRD, pero que considera que su partido debe apoyar a López Obrador, en su lucha por llegar a la Presidencia de la República y es más, exhortó a sus compañeros de bancada en el senado, a que apoyen al tabasqueño.
La dirigente y la secretaria general del comité nacional del perredismo, lo han invitado a abandonar la representación que ostenta, como líder de la bancada perredista en el Senado y él ha dicho que seguirá ahí, porque tiene el apoyo y el respaldo de sus compañeros senadores y que mientras ellos persistan en apoyarlo, él continuará al frente de la fracción perredista.
Desde hace algún tiempo, Barbosa Huerta ha venido hablando de la necesidad de que su partido, PRD, apoye a Andrés Manuel, por considerar que es el mejor candidato de la izquierda y que si esa corriente política quiere llegar al poder, se hace necesaria la unión y que este es el momento.
Ya fue amenazado con la expulsión, como se amenazó en Puebla a los perredistas que concurrieron al mitin de Andrés Manuel, la semana pasada en esta capital, pero nada se ha hecho, tal vez por no estar contemplado en sus estatutos.
El senador poblano no ha cometido ningún acto de traición a su partido, simplemente se ha pronunciado ya por un precandidato de izquierda, que incluso fue jefe de gobierno del Distrito Federal y dos veces candidato a la presidencia apoyado por el PRD.
Los pleitos internos que confrontan a los militantes del PRI, del PAN y del PRD, son divertidos, pero hacen mucho daño al país, en lo que parecen no preocuparse las dirigencias partidistas.
Nunca la economía del país ha estado tan dañada como ahora, nunca en la época post revolucionaria, la población del país ha estado tan inquieta, tan rebelde y tan dañada por la ola de criminalidad que la tiene asolada desde hace más de diez años: La nación confronta una situación sumamente difícil en lo económico, en lo político y en lo social y para colmo, el gobierno de Estados Unidos está en manos de un presidente que parece tener un odio especial hacia México.
Felipe Calderón, el segundo ex presidente panista, atrajo los reflectores al anunciar que cedía su jubilación de más de cien mil pesos mensuales, a una Fundación dedicada a atender a niños con cáncer.
Dice que puede vivir de lo que gana dando conferencias y al parecer no da muchas.
Pero el señor se queda con todo el personal del Estado Mayor que tienen asignados los ex presidentes de México y que constan de 103 elementos, que podrían elevarse a más de 400, si así lo solicitaran, según una reforma a la ley, que hizo el propio Calderón, antes de abandonar el poder.
Los 103 elementos de base, que encabeza un general de división, están destinados a velar por la seguridad de los ex presidentes y de sus familias.
Cada ex presidente le cuesta anualmente al Estado Mexicano o sea a todos los ciudadanos, más de 54 millones de pesos.
El señor Calderón y los demás ex presidentes del país, consumen un gasto mayor, que aporta el Estado, que los ex presidentes de Estados Unidos, Chile, Colombia, Francia, Gran Bretaña, etc.
Si fuéramos un país rico, no se justificaría ese gasto, pero siendo un país con más del 60 por ciento de su población en pobreza, nos parece un crimen.