Pulso Político
Por: Gabriel Sánchez Andraca
El pleito entre senadores de Morena en el Senado de la República, constituye un mal mensaje para un amplio sector de la ciudadanía que confía en el actual gobierno. El mensaje es claro: “solo el presidente de la república está en la Cuarta Transformación y no cuenta con nosotros”.
Aquí hemos comentado en repetidas ocasiones, que mientras el partido en el poder, no se decida a ser un verdadero partido, con estructura, con organización y sobre todo, con una línea ideológica común, tendría un porvenir incierto y que las elecciones intermedias del 2021, podrían ser el parte aguas entre el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador y el derrumbe de la presencia de su partido, en el Senado y en la Cámara de Diputados.
Y lo peor es que los protagonistas del pleito demuestran poco interés en causar un grave daño no solo a su partido, sino al mismo presidente que encabeza un proyecto de beneficio para el país. Solo piensan en sus intereses personales o de grupo. Se ven como oportunistas y no como políticos maduros que busquen el bien de la patria, la solución de los graves problemas que el país confronta.
Creemos sinceramente que el presidente López Obrador, al dejar solo al partido, al no querer parecerse a “los otros” en eso de mantener el control de la organización que lo llevó al poder, cometió un grave error.
Los cambios culturales son los más difíciles de llevar a cabo, los que más lentamente caminan: en el noventón Partido Revolucionario Institucional, el jefe absoluto del país y del partido, era el “Señor Presidente”.
El ponía y quitaba dirigentes, ponía y quitaba gobernadores; él dictaba las políticas a seguir y todos jalaban parejo o se les hacía a un lado.
En el ochentañero PAN, Fox y Calderón siguieron siendo, como presidentes, los controladores absolutos de su partido.
Tal vez quien dio más libertad a Acción Nacional fue Fox, pero por una razón válida: no sabía nada de política y tampoco quería aprender. Todo lo dejó en manos de su señora esposa, doña Martha Sahún, que era asesorada por la maestra doña Elba Esther Gordillo.
El caso de Calderón fue distinto: corrió a un buen elemento que fungía como dirigente nacional del PAN, don Manuel Espino, porque siendo candidato dijo en un acto (no recordamos dónde) “el candidato es ese chaparrito, pelón, de lentes”, refiriéndose al poco después Presidente. Y en su lugar impuso a dos jóvenes que por cierto, no dieron buen resultado.
Tenemos todos los mexicanos, la cultura del jefe casi único. Desde la época prehispánica, en que el Gran Tlatoani era casi objeto de adoración; hasta la época virreinal, en la que el enviado y representante del rey de España, el Virrey, era el mero-mero.
Después de la Independencia, todos los que gobernaron a este país eran todopoderosos y todos aspiraban a quedarse en el poder el mayor tiempo posible.
Unos lo lograron, como don Benito Juárez y Porfirio Díaz, pero otros no. En la Revolución, Obregón se quiso reelegir y Calles se reeligió mañosamente, autonombrándose el Jefe Máximo de la Revolución y poniendo y quitando presidentes a su antojo, hasta que llegó Cárdenas y lo manó po un tubo.
No se puede dar un salto, viniendo de esa realidad, a la democracia. Puede lograrse llegar a un país democrático, mediante la educación y el cambio de usos y costumbres en las estructuras de poder, pero esos cambios deben ser, no lentos, pero sí paulatinos y Morena necesita primero ser partido político bien estructurado, bien organizado y con ideología clara de sus militantes y luego capacitar a sus cuadros dirigentes para hacerlos pensar democráticamente y aprender a practicar una política de beneficio para el país y sus clases más desprotegidas.
Hasta donde sabemos, el gobernador Luis Miguel Barbosa, no ha solicitado permiso para ausentarse del partido que lo tiene en el poder. Por lo tanto, sí puede orientar a las huestes de su partido para que se estructuren bien, se organicen y se capaciten en los objetivos, en la ideología, en el programa de acción de Morena.
El puede, no tener el control absoluto del partido, pero sí orientar a sus dirigentes, llamarles la atención cuando se cometan errores y hasta correr a los que insisten en mantener una conducta contraria a los postulados del Movimiento de Reconstrucción Nacional y seguir con la mentalidad del pasado reciente.
Los adversarios, como les llama el Presidente, del actual gobierno, no descansan haciendo correr rumores, exagerando las cosas malas, no mencionando o achicando las cosas buenas, y como se ven los toros desde la barrera, parece que los “morenistas” son sus aliados, que desde el interior del partido y del gobierno, sabotean el trabajo presidencial.
La derecha ya tuvo dos oportunidades de cambiar al país desde la Presidencia de la República, oportunidades que desaprovechó totalmente, haciendo pésimos gobiernos.
Por primera vez en la era moderna la corriente progresista del país tiene la oportunidad de cambiar las cosas y evitar que el cambio se realice por la vía violenta, porque estamos a un paso de eso.
Echar a perder todo por la inmadurez y las ambiciones de políticos que anteponen sus intereses personales o de grupo a los intereses de la nación, sería un crimen, sí, pero sobre todo sería un error imperdonable.