El que un grupo de priistas encabezados por el dirigente municipal del PRI, de Cholula, anuncie la salida de cinco mil militantes de ese partido, es por lo menos, un aviso de que algo anda mal en ese partido.
Lo primero que salta a la vista, es el adelanto de los tiempos políticos que prevalecieron durante toda la época del priismo ominipotente y que tantos problemas ocasionan ahora a los partidos y a la ciudadanía en general.
Los aspirantes a suceder a Antonio Gali Fayad, en las elecciones del 2018, al parecer no están tomando en cuenta que el señor Gali, todavía no toma posesión de la gubernatura y que su periodo, aunque corto, es de 20 meses, tiempo en el cual, si inician precampañas sufrirán un desgaste al interior y al exterior de su partido.
Los viejos sabios del priismo de épocas pasadas, conocedores de la naturaleza humana y muy especialmente del modo de ser de los políticos mexicanos, sabían que debían tener quieta a la caballada para no provocar lo que ahora se provoca: enfrentamientos internos, inconformidades, guerra sucia entre militantes del mismo partido, un desgaste de los aspirantes y del propio partido y un enojo de los ciudadanos en general.
Los tiempos políticos pues, tenían su razón de ser: “El que se mueve, no sale en la foto”, decía el fallecido líder eterno de la CTM, don Fidel Velázquez, con lo que quería advertir, que los adelantados generalmente no son escogidos como candidatos porque demuestran indisciplina y demasiada ambición, además de que propician el linchamiento mediático de sus compañeros de partido, lo que desgasta a los políticos y a los propios partidos.
Los tiempos han cambiado: Vicente Fox, siendo gobernador de Guanajuato, se lanzó como precandidato del PAN a la Presidencia de la República, formó un grupo de amigos empresarios que reunieron fondos para su precampaña y el PAN no tuvo más remedio que lanzarlo, pues ninguno de los otros aspirantes pudo destacar como lo hizo él, con una precampaña adelantada y con recursos suficientes para financiarla.
Las condiciones prevalecientes entonces, no son las de ahora. Era el segundo gobierno priista neoliberal y el neoliberalismo económico estaba golpeando a las clases medias y populares duramente. Ya en el interior del PRI, se habían manifestado inquietudes de la militancia durante el congreso nacional priista en tiempos de Zedillo, pero él, que no era priista militante, no entendió el mensaje, no hizo caso y tuvo que entregar el poder al PAN pues Fox, había prometido cambiar el modelo económico, algo que como muchas otras cosas, no cumplió.
Como si hubiera habido un compromiso pactado de antemano, de alternancia en el poder, PRI-PAN, pese al mal gobierno foxista, el triunfo de ese partido en la siguiente elección, fue forzado a tal grado, que Felipe Calderón, apenas y superó la votación obtenida por Andrés Manuel López Obrador, en menos del uno por ciento de la votación, algo que nunca había ocurrido en la historia nacional, y el PRI se fue al tercer lugar.
El gobierno calderonista desató la “guerra” contra la delincuencia organizada o el narcotráfico, sin tener cuerpos policiacos preparados para eso, capacitados convenientemente y sin tomar en cuenta la corrupción que prevalecía en todas las policías del país. El resultado fue, que la guerra continúa hasta la fecha; que se han perdido más de doscientas mil vidas de jóvenes mexicanos; que se han registrado decenas de miles de secuestros y que el gobierno ha tenido que hacer un gasto de guerra en los últimos diez años, de más de un millón de millones de pesos (un billón) que bien pudieron servir para construir más carreteras, escuelas, hospitales y para dar un impulso importante a la economía nacional, fortaleciendo la agricultura, actividad que está siendo abandonada y los campesinos han tenido que emigrar para conseguir trabajos de ínfima calidad en los Estados Unidos.
El triunfo de Fox, enloqueció a los políticos de todos los partidos, que decidieron seguir su ejemplo y romper con los tiempos políticos impuestos por el sentido común de los viejos lobos de mar y por la costumbre.
Y todo el sistema político nacional, se ha derrumbado. Los ciudadanos desconfían ahora de la clase política nacional de todos los partidos. Desconfían del gobierno y hasta de instituciones respetables del mismo gobierno involucradas en el combate a la delincuencia, como el Ejército y la Marina, que como acaba de decir el Secretario de la Defensa, no fueron capacitados para andar correteando a delincuentes, pero que los han metido ahí, ante la falta de capacidad de todos los cuerpos policiacos, que además en su mayoría están infiltrados por elementos corruptos.
Siempre hemos pensado que el partido surgido de la Revolución, es el mejor organizado y el mejor estructurado, además tiene a los políticos más experimentados en el servicio público, pero ya estamos dudando de eso. Los priistas han perdido su ideología liberal, se pasan a otras agrupaciones políticas si no logran las candidaturas a que aspiran en su propio partido y por sus ambiciones, no dudan en entrarle a un proceso de autodestrucción.
A casi dos años de las próximas elecciones, el PRI es el que tiene más problemas internos, por lo menos en Puebla: no hay unidad, no hay organización y se ha debilitado su estructura. ¿No valdría la pena que los priistas iniciaran un proceso tendiente a fortalecer lo que están perdiendo en vez de dividirse y consecuentemente debilitarse más de lo que lo han estado en los últimos seis años?