Lo que está ocurriendo en el mundo, México incluido, es una clara evidencia de que el sistema económico neoliberal, ha sido un fracaso, pero nadie se atreve a cambiarlo o siquiera a denunciarlo.
El descontento que se observa entre las clases medias y pobres de todos los países, se debe a que la concentración de la riqueza se ha agudizado en las últimas décadas, empobreciendo a las clases medias y dejando en la miseria a las clases llamadas populares.
Nada podrá aquietar las protestas, disminuir el descontento social, si no hay mejoría en las condiciones económicas del grueso de la población.
En Baja California, México, la movilización masiva de la población de ese estado, logró echar abajo una medida claramente neoliberal, como es la privatización del servicio de agua potable, algo que no se logró en Puebla, porque las protestas, que en privado se sentían fuertes, no se reflejaron en las manifestaciones públicas, como casi siempre ocurre aquí.
La reprivatización de la explotación petrolera, se puso en marcha desde los tiempos de Salinas. Empezó a aumentar la corrupción en Pemex, sin que nadie pusiera un hasta aquí.
No se construyeron refinerías tan necesarias para la producción de gasolina y acabamos comprando el 40 por ciento del combustible que consumimos, nosotros, que somos un país petrolero.
Se dice incluso, que el problema del robo en los ductos de Pemex forma parte del plan para tronar a la empresa del estado y así abrir sin problemas, el acceso a nuestra riqueza petrolera, a las grandes empresas transnacionales, especialmente estadounidenses.
Ahora ya es oficial el anuncio de que Pemex, tendrá que competir, interna y externamente, con las empresas extranjeras en calidad y precio; ahora ya se hizo público, que para subsidiar el consumo interno, se empleaban miles de millones de pesos, sin ninguna utilidad para México.
¿No se pudo resolver el problema de la corrupción de Pemex y el de su falta de capacidad para refinar nuestro petróleo, para su venta doméstica e internacional?
Si en décadas no se pudo frenar la corrupción en la más importante empresa del Estado, si no se pudo frenar el robo de combustible en los ductos que pasan por varias entidades de la república, entonces hemos sido gobernados por ineptos o por corruptos también. Eso se deduce aplicando la más elemental lógica.
Ahora, que las empresas gringas y europeas, ya están por intervenir en la explotación y venta de hidrocarburos en nuestro país, ahora sí parece que se está combatiendo en serio a los huachicoleros.
¿Y el abandono al campo? ¿También fue a propósito? En Estados Unidos la producción de maíz es de 14 toneladas por hectárea; hace 15 años, en países europeos, se producían entre 11 y 15 toneladas por hectárea. En México, cuna del maíz, de su domesticación y elemento primordial en la alimentación del pueblo, nuestra producción promedio no llega a las 5 toneladas.
A nuestros gobiernos les parecía mejor que enfrentar el problema, invirtiendo para producir más y de mayor calidad, alentar a nuestros campesinos para que fueran a los Estados Unidos a trabajar y ganar dólares.
Vicente Fox, les aconsejaba que aprendieran jardinería, porque allá en Estados Unidos, se necesitaban muchos jardineros y eran bien pagados. Ahora el nuevo presidente yanqui, amenaza con devolvernos a 3 millones de mexicanos que están en su país sin documentos, pero hay muchos más, se habla de 11 millones por lo menos, de los que un millón y medio son poblanos.
Tal vez por eso, hemos escuchado voces que afirman, que la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, constituye una gran oportunidad para México.
Dicen que es el momento para exigir a nuestros gobiernos, dejar de agachar la cabeza ante los gobiernos gringos y actuar con dignidad.
Nada de que somos socios y amigos. Ellos no tienen amigos, sino intereses. Eso lo dijo un secretario de Estado del vecino país del norte, que por cierto era católico, para que los creyentes de este país, no anden comulgando con ruedas de molino, pensando que esa es una gran virtud y una ventaja para México.
La única ventaja que podríamos tener, sería nuestro trabajo, hacer respetarnos, respetándolos también, pero sin someternos a su voluntad. En la relación de dos países como México y los Estados Unidos debe imperar el respeto, la dignidad y la justicia.
Hasta la presidencia de López Portillo, tuvimos una relación digna con nuestro vecino, que cambió a la llegada de los neoliberales al poder. Ellos, que estudiaron allá y que regresaron sintiéndose “especiales”, ignorando nuestra historia patria, nuestras luchas y nuestras diferencias, poco falto para que nos anexaran como “estado asociado”, en el tratado de libre comercio. El secretario de Hacienda, de ese entonces, cuando se firmó el TLC, dijo: “Aquél mexicano que no sepa hablar inglés, estará perdido”. Eso fue en los años noventa.
El presidente mexicano Enrique Peña Nieto, ya tiene fecha para entrevistarse con el señor Trump en Washington, capital estadounidense. Será el 31 de enero. Tratarán asuntos de migración, comercio y otros temas. Los secretarios de Hacienda y Economía, viajarán en esta semana para tratar lo relativo a la revisión del TLC.
Todos los mexicanos deberemos estar pendientes de estas reuniones para apoyar lo que sea justo y para exigir a nuestras autoridades que rechacen todo lo que sea lesivo para nuestro país.
No se debe dejar un asunto tan importante en manos solo de expertos. Los expertos van por donde les conviene a ellos, salvo excepciones, pero las excepciones han sido pocas a lo largo de nuestra historia. Hay que presionar, para que nuestro país resulte beneficiado y no perjudicado.