Desde hace algunos años a la fecha, el PRI y el PRD han venido sufriendo una desbandada de sus viejos cuadros por diversos motivos.
No se debe olvidar que Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Manuel Camacho Solís, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett Díaz, Juan José Rodríguez Prats, Ángel Aguirre, Rafael Moreno Valle y muchos destacados políticos nacionales y locales, se hicieron en el PRI y ocuparon puestos relevantes dentro de la administración pública, administrativos y de elección popular, cuando militaron en dicho partido.
La desbandada sigue. Priistas y perredistas se han preguntado ¿por qué?
“Porque son unos malagradecidos”, “porque son unos traidores”, dicen los priistas que se quedan disfrutando de sus dietas de diputados, senadores o que ocupan altos puestos en la administración.
Hace unos meses, este columnista entrevistó a Víctor Hugo Islas Hernández quien salió del partido tricolor después de haber sido dos veces diputado local, dos veces diputado federal y dos veces senador de la república y además dirigente estatal del PRI, y entre las preguntas que le hicimos fue esa: ¿Porqué te saliste del PRI? y su respuesta fue clara y contundente: “Porque me cansé de tantas intrigas, de tantos rumores infundados, de tantos chismes. Porque en el interior del partido, no sabes cómo se odian los priistas, se envidian, se agreden. Y porque las dirigencias nacionales y locales, nunca tienen en cuenta el trabajo realizado, para escoger a quienes deberían representar al partido en elecciones, en puestos partidistas o en puestos de gobierno. Escogen a los amigos, a los hijos de los amigos o de quienes tienen poder como si fueran familias reales. Actúan como si fueran dueños del partido y del gobierno”.Esto viene al caso por lo que acaba de pasar con el ingeniero Alberto Jiménez Merino, quien por poco y se vuelve morenista.
Fue el coordinador de la campaña de Blanca Alcalá el año pasado y para eso, le pidieron que renunciara a su cargo como delegado de la Sagarpa en la inteligencia, que si la elección se perdía, él volvería a ocupar ese cargo o tal vez uno mejor.
La elección se perdió y la promesa de regresarlo a la Sagarpa, no se cumplió.
Lo escogieron para coordinar la campaña de la candidata porque en su trabajo para lograr él, la candidatura, había tenido éxito al obtener el apoyo de casi todas las organizaciones campesinas y haber tenido penetración entre las clases populares de la ciudad, no por otra cosa.
De repente se vio como rechazado en su propio partido y sin trabajo además. Entonces vino un ofrecimiento de altos mandos de Morena para integrarlo como coordinador del equipo que formula los planes de ese partido para la atención al medio rural y él, profesionalmente, es bastante bueno para eso.
Se entusiasmó con el ofrecimiento y cuando estaba a punto de aceptar, para lo que tendría que renunciar al partido en el que siempre ha militado, se hizo un escándalo. Sus compañeros priistas muy bien posicionados, hicieron las críticas de costumbre, en fin…
Pero todavía quedan en el PRI gentes inteligentes con sensibilidad política. Uno de esos priistas, alto funcionario federal, le habló, tuvieron una entrevista y él aceptó declinar el ofrecimiento que le hizo Morena y mantenerse en el Revolucionario Institucional.
¿Es tan difícil entender eso?
Don Manuel Bartlett nos dijo un día, ya como legislador del PT: “Dicen que traicioné al partido, eso no es cierto, los que traicionaron al partido son los que actualmente lo manejan, que abandonaron la ideología nacionalista y revolucionaria, que abandonaron la política social, en fin, que traicionaron los postulados revolucionarios para convertirse en neoliberales, una corriente derechista que nos está llevando al fracaso político, económico y social como país. Yo sigo siendo priista, pero el PRI ya no es el PRI”.
Hace unos cuantos meses, fue expulsado del Revolucionario Institucional el licenciado José Alarcón Hernández, un personaje que hizo triunfar sin problemas al PRI en casi todas las elecciones locales de los años setenta para acá. Fue delegado de la Secretaría de Educación Pública, pero el año pasado, a petición de la candidata a la gubernatura fue relevado de ese cargo y sin mayores explicaciones, tuvo que salir.
El gobernador Rafael Moreno Valle lo llamó de inmediato para que se hiciera cargo de la dirección del Colegio de Puebla, una institución que es manejada por un fideicomiso, y él aceptó.
Poco después, un partido político local formado por el mencionado ex gobernador, tenía necesidad de nombrar un representante ante el Instituto Estatal Electoral y como ningún partido, sólo el PRI, tiene gente suficiente y capaz para ocupar determinados cargos, se le pidió a Alarcón Hernández que lo hiciera y él en agradecimiento por el apoyo que recibió cuando en su partido todos le dieron la espalda, aceptó y eso fue considerado como un crimen.
Lo que los priistas criticones deberían hacer, es pensar que lo que están viendo con figuras relevantes del priismo local, Alejandro Armenta es otro ejemplo, les puede pasar a ellos.
Ahora la política mexicana está tan revuelta, tan degradada, que los que están arriba pueden caer estrepitosamente sin siquiera darse cuenta.
El día 7 de este mes, se conmemoró el Día de la Libertad de Prensa. Hubo un acto organizado por varios periodistas independientes, encabezados por Federico Chilian Orduña en el parque denominado ‘La Libertad de Prensa’, a un costado del templo de Guadalupe, frente al Paseo Bravo.
Los oradores fueron, don Manuel Sánchez Pontón, quien durante muchos años fue director del diario La Opinión y don Eladio Alvarado, director y creador del periódico El Expediente.
Ambos han sido testigos de la historia de Puebla desde los años treinta.
Muy jóvenes vivieron y sufrieron al ‘avilacamachismo’ que se inició con la llegada al poder de Maximino en el año 35 y continuó, según los estudiosos de la historia local, hasta los años ochenta en que se extinguió.
Sánchez Pontón, fue, como director de La Opinión, Diario de la Mañana, actor importante en el Movimiento de Reforma Universitaria, que dio inicio en 1961 y concluyó en su primera etapa en 1972, cuando la derecha fue expulsada de la UAP y asumió la rectoría el químico Sergio Flores, primer rector comunista de una universidad pública en México.
Sánchez Pontón es partidario de un periodismo de ‘ataque’, dice él. Otro periodista poblano ya fallecido le llamó cuando La Opinión, dirigida por don Manuel daba la batalla por la Universidad, ‘periodismo de combate.