Nicolás Dávila Peralta
A partir del anuncio hecho por los tricolores, los azules y los amarillos, de continuar con la alianza Va X México, los promotores de este desatino político reclamaron que los dirigentes del PRIANPRD quisieran actuar solos, sin el control de quienes fundaron esa alianza.
Hay que recordar que una semana antes, los tres partidos ya se habían repartido el pastel para las elecciones de este año y las federales de 2024. El PRI coordinaría las elecciones en los estados de Coahuila y México, en tanto que el PAN tendría a su cargo la designación de candidatos a la presidencia de la República y a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México y al PRD le tocó actuar como porra en ambos comicios.
Parecía que todo estaba concretado, pero de pronto los creadores de este Frankenstein político les recordaron a priístas, panistas y perredistas que ellos son los creadores y conductores de Va X México y exigieron su lugar como factores de decisión política de la oposición.
Claro, no iban a decir: “recuerden que nosotros manejamos los hilos de los títeres”, eso sería descubrir su estrategia; lo que hicieron fue ponerse la túnica de la sociedad civil y con esa investidura reclamaron su lugar como los definidores del futuro del país desde la oposición.
Las voces que reclamaron su lugar en las decisiones políticas de la oposición fueron las de Claudio X. González, creador de Va X México, y Gilberto Lozano, del Frente Nacional Anti AMLO, aquél que instaló en el zócalo de la Ciudad de México un plantón de tiendas de campaña voladoras para que López Obrador renunciara a la presidencia de la República.
Para esto, reunieron a líderes de otras organizaciones de extrema derecha, como el Frente Cívico Nacional, Sí por México, Unidos por México, UNE México, Sociedad Civil México y Poder Ciudadano y ellos, los representantes de lo más rancio del conservadurismo en México, se autonombraron “sociedad civil” y reclamaron su lugar como definidores de las candidaturas y los proyectos de gobierno para el Estado de México y Coahuila y el futuro de México para 2024.
La reacción de los partidos opositores fue la que se esperaba. El reclamo de la extrema derecha fue interpretado como un regaño por querer actuar sin la guía de sus controladores y agacharon la cabeza compungidos.
El primero en postrarse a los pies de la llamada “sociedad civil” fue Alejandro Moreno, “el Alito”, que aún dirige los destinos del PRI. Se olvidó de que en el reparto del pastel le tocaron las elecciones estatales y en la reunión con sus patrones prometió que se escucharía la voz de la “sociedad civil” (entiéndase la voz de la extrema derecha) para seleccionar candidatos y definir los programas de gobierno.
La chiquillada del PRD hizo lo mismo. Reclamó que el PAN maneje la selección de candidatos para 2024 y pidió que se tome en cuenta a la “sociedad civil”.
Pero los controladores de Va X México, también contactaron a los candidatos de oposición en el Estado de México y en Coahuila, Alejandra del Moral y Manolo Jiménez, para demandarles que incluyan los planteamientos de la derecha en las plataformas que presentarán a la ciudadanía durante la campaña; fue un llamado a la obediencia a los patrones, porque la oposición partidista sólo es un instrumento de la derecha y debe cumplir esa tarea.
Ante esta situación, vale la pena recordar qué es la sociedad civil, de acuerdo con lo definido en las ciencias sociales.
La sociedad civil se refiere a grupos sociales organizados en defensa de sus intereses y valores comunes; esto significa que la sociedad civil no se reduce a los grupos empresariales o de extrema derecha, sino a una gama muy amplia de organizaciones que promueven y defienden intereses comunes.
Así, las organizaciones campesinas, indígenas, obreras, de defensa de los derechos humanos, estudiantiles y muchas más, forman parte de esa sociedad civil que debe ser escuchada porque también plantea y defiende intereses sociales; es más, estos grupos sí defienden intereses de una mayoría ciudadana, verdaderos intereses del país no de las minorías sedientas de poder, como las que controlan a la oposición partidista.
Es una vergüenza que el PRI, el PAN y el PRD se dobleguen ante la extrema derecha empresarial y permitan que esa que no es sociedad civil, sino “suciedad civil” sea la que defina en rumbo que deben seguir esos partidos que desde hace mucho han perdido sus principios ideológicos y sus proyectos de país para llegar a la absurda alianza de partidos de orígenes diversos: un PRI revolucionario, un PAN antirrevolucionario y un PRD antineoliberal, hoy fieles servidores de la extrema derecha.
Sin embargo, en el PRI no todo está perdido, aún hay un sector que defiende los principios de este instituto político. Así, han salido a reclamarle a “Alito” Moreno su servilismo hacia la extrema derecha ex dirigentes del tricolor, como la ex gobernadora de Tlaxcala Beatriz Paredes, que demandan el derecho del partido a elegir a sus candidatos y definir sus programas de gobierno.
Ojalá estas voces sean escuchadas por la dirigencia nacional y corrijan el rumbo de que fue partido gobernante y hoy es un servidor fiel de la extrema derecha.