Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
El pasado 20 de junio, la secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del gobierno federal, reconoció el incremento a la violencia en lo que va de 2022, validando que el mes de mayo fue el más violento, con dos mil 833 homicidios dolosos registrados, principalmente en seis estados de la República donde se contabilizó el 50 por ciento de estos hechos sangrientos: Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Baja California, Jalisco y Sonora; la otra mitad se reparte en las otras 26 entidades del país.
El problema no es fácil de resolver, en cierto, pero ya no se puede seguir echando toda la culpa a los gobiernos pasados, porque son ya tres años y seis meses lo que lleva en el poder la actual administración y, como lo afirmé en otra ocasión, la seguridad es la deuda de la Cuarta Transformación.
Hay que reconocer que el gobierno del presidente López Obrador ha diseñado una estrategia que no solo consiste en enfrentar con las armas a la delincuencia, sino llegar hasta las raíces del problema: la pobreza, la falta de oportunidades de estudio y trabajo para millones de jóvenes, entre otras causas.
También hay que aceptar que a partir de la “guerra” calderonista, los cárteles delincuenciales se multiplicaron y diversificaron sus operaciones. Ya no es ahora solo el narcotráfico, es también el secuestro, el tráfico de personas, la extorsión, el control de poblaciones y de regiones enteras; a esto se añaden el narcomenudeo, el consumo de estupefacientes, la corrupción en los cuerpos policíacos de muchos municipios del país, las deficiencias en la procuración e impartición de justicia y, sobre todo, una cultura de la violencia que se empieza a arraigar en varios estratos de la población y contribuye al aumento de homicidios y feminicidios.
Sin duda, el gabinete de Seguridad del gobierno federal está tomando en cuenta los datos revelados por la titular de Seguridad Pública y Protección Ciudadana; esperemos que no solamente se regodeen con los avances en materia de seguridad, sino que atiendan los datos que indican un aumento real en los homicidios dolosos. Ya muchos analistas prevén que este sexenio puede sobrepasar el número de muertes del calderonismo.
A la población no la satisfacen los resultados en materia de seguridad. Esto explica el aumento de linchamientos, muchas veces de gente inocente; el pueblo empieza a tomar, irracionalmente, la justicia en sus manos.
Algo debe cambiar en la estrategia nacional en contra de la delincuencia. Estamos viendo que no bastan los abrazos. Los ciudadanos, desde luego, no aspiramos a otro periodo de violencia irracional, como en 2006-2012, pero sí en una estrategia que dé los resultados que los mexicanos esperamos.
La reconquista de América
Alice Galván López, quien fuera asesora de la senadora Alejandra Reynoso, del sector ultraderechista del Partido Acción Nacional, viajó en 2021 a España para recibir capacitación del partido español Vox, que tiene sus raíce en la Organización Nacional del Yunque, y de otras organizaciones de corte fascista de Polonia, Hungría y Francia.
Ha regresado al país con una encomienda y la ha empezado a cumplir. En la primera quincena de junio, la también panista anunció la creación de la Fundación Patria Unida, la cual, dijo, tiene como propósito formar líderes y crear opinión en contra de la que llama “izquierda extrema” que está “destruyendo al país” y lograr obtener el poder en 2024.
A primera vista, esto parece otro movimiento anti-AMLO como el de FRENA y sus carpas volátiles en el zócalo de la Ciudad de México en 2020; sin embargo, Patria Unida tiene detrás el respaldo de la extrema derecha española y de otros países de Europa.
Patria Unida cuenta con dos Consejos, uno nacional y otro internacional; en este último se ubican personajes ligados a Vox y a otros grupos de la ultraderecha española, así como nazis ligados en su tiempo a la dictadura de Augusto Pinochet, en Chile o a los grupos anticomunistas de Uruguay y Perú.
Con la Fundación Patria Unida, la ultraderecha mexicana ligada al PAN abre las puertas a la extrema derecha española y europea para iniciar la “reconquista” de América Latina bajo la bandera de Cristo Rey. Esto forma parte de un plan de la ultraderecha internacional que busca influir en las elecciones de 2024.
Esto parece un sueño para quienes a lo largo de la historia de México han querido hacer realidad las aspiraciones de los conservadores del siglo XIX, y de las organizaciones secretas católicas del siglo XX.