Punto de Vista / Nicolás Dávila Peralta
Cuando parecía que el Partido Revolucionario Institucional daría una muestra de democracia interna en la elección de su dirigencia nacional, todo se vino abajo con la renuncia a la candidatura y a la militancia priista del doctor José Narro Robles, después de más 36 años en el tricolor.
El golpe ha sido contundente en contra de la actual dirigencia priista, encabezada por Claudia Ruiz Massieu Salinas, a la que el médico y exsecretario de Salud en el sexenio de Enrique Peña Nieto, acusa de tener los dados cargados en favor del gobernador con licencia de Campeche Alejandro Moreno Cárdenas, conforme al tradicional estilo priista del “dedazo”.
Pero el asunto va más allá de la simulación o la farsa, como le llamó el doctor Narro al proceso electoral interno; la periodista Beatriz Pagés Rebollar, quien anunció también su renuncia al PRI, abundó en el tema al señalar que en la contienda electoral están metiendo las manos, lo mismo el expresidente Peña Nieto que el gobierno federal. Acusación que se apresuró a desmentir el presidente López Obrador.
El mismo día de las renuncias de Narro y Pagés, el exdirigente del PRI Manlio Fabio Beltrones manifestó su apoyo a la decisión del doctor José Narro Robles y, en las redes sociales, informó que no acudirá a votar el 11 de agosto “con ese padrón irregular del que habla la convocatoria”.
Otros líderes priistas lamentaron igualmente las renuncias de Narro y Beatriz Pagés; entre ellos el dirigente de la bancada priista en la Cámara de Diputados René Juárez Cisneros.
Mientras tanto, la dirigente Claudia Ruiz Massieu Salinas se limitó a escribir en su cuenta de twitter: “En el @PRI_Nacional lamentamos la decisión de @JoseNarroR de renunciar a nuestro partido. Reconocemos su trayectoria, prestigio y sobre todo su calidad”; sin responder a ninguna de las acusaciones.
Por su parte, el exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, puso el dedo en la llaga al comentar: “Lamento la renuncia de Pepe Narro, hombre valiente y de principios y responsabilizo de esto a Alejandro Moreno, quien aún no se registra y ya está fracturando al partido con las trampas y la cargada que para imponerlo en la dirigencia pretende Peña Nieto y los gobernadores”.
Otra aspirante, Ivonne Ortega, tras lamentar la renuncia de José Narro, reiteró su voluntad de mantener su candidatura y contender por la presidencia del PRI, en contra del candidato del “dedazo” Alejandro Moreno Cárdenas, el cual, frente a los hechos, se limitó a hacer un llamado a la unidad priista.
En 2012, el PRI parecía haberse recuperado de los 12 años lejos de Los Pinos –que no del poder, el cual siempre compartió con el PAN- al ganar nuevamente la Presidencia de la República. Pero todo fue una ilusión; el gobierno de Peña Nieto creó tal descontento en la ciudadanía que en 2018 no solo perdió el poder, sino que se ubicó en el tercer lugar de preferencia electoral.
Los resultados del año pasado fueron una llamada de alerta para el partido hegemónico durante cerca de 70 años, desde su fundación en 1929 como Partido Nacional Revolucionario. Urgía una vuelta a los principios que le dieron origen y el acercamiento a un pueblo del que se alejó completamente a la llegada de los señores tecnócratas México-estadounidenses. Las elecciones de este año confirmaron la urgencia de este cambio.
Sin embargo, el proceso de renovación de la dirigencia nacional avanza en sentido contrario a lo que esperan las bases tricolores y los líderes de los grupos políticos que funcionan bajo los colores del partido.
Además, no es esta la única señal de lo lejos que está el PRI de una reorganización que le permita luchar por ser nuevamente el partido en el poder. La división que se vive en los estados del país; la pérdida de liderazgos estatales, la fuga de militantes hacia el nuevo partido en el poder y, sobre todo, la ausencia de una ideología y de un proyecto de nación que no sea la vuelta al neoliberalismo, tienen al partido en su más grave crisis de toda su historia.
El PRI requiere un cambio de fondo. ¿Podrán los priistas responder a ese reto o desmantelarán al partido que institucionalizó los principios de la Revolución Mexicana?