Nicolas Dávila Peralta
Durante el primer semestre del año, el gas licuado de petróleo (gas LP) ha elevado paulatinamente su precio hasta llegar, en algunas compañías gaseras, hasta los 540 pesos el tanque de 20 kilos y 14.50 pesos el litro, para tanques estacionarios.
Es evidente que estas alzas de precios constituyen un fuerte golpe para la economía familiar y provocan un alza de precios en empresas y comercios que utilizan gas LP para procesar sus productos, tal es el caso de las tortillerías, que han elevado ya el precio de este alimento básico para las familias mexicanas.
Esto lleva a constatar que las promesas de campaña no siempre pueden ser concretadas con facilidad y rapidez; existen variables no controlables que afectan la aplicación de las reformas necesarias para hacer realidad esas promesas.
En el caso del gas LP, así como las gasolinas y el diésel, hay dos factores que inciden en los precios de estos productos.
El primero de ellos es fruto de la reforma energética aprobada en el gobierno de Enrique Peña Nieto e iniciada de manera paulatina desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. La estrategia consistió en desmantelar a la petrolera nacional (Pemex), con el apoyo del sindicato petrolero encabezado por Carlos Romero Deschamps, después de la destitución y encarcelamiento del líder anterior Joaquín Hernández Galicia (a) “La Quina”.
Tardaron 30 años los gobiernos del PRI y el PAN, para debilitar a Pemex y poner las bases para una reforma energética que convirtió a México, que era un país exportador de petróleo, en importador de gas, gasolina y diésel, principalmente de las empresas petroleras de Estados Unidos e Inglaterra.
La reforma energética abrió nuevamente las puertas a la inversión extranjera e insertó los productos derivados del petróleo en la dinámica del libre mercado. De este modo, aun cuando el gobierno busque controlar los precios de éstos, el precio al consumidor está definido por la oferta y la demanda, la inversión y la ganancia.
Transformado México en un país importador, los productos derivados del petróleo tienen la presión de los precios en los mercados internacionales.
Esta es precisamente la inquietud de los empresarios frente al anuncio hecho por el presidente López Obrador, de crear una empresa estatal distribuidora de gas LP (Gas Bienestar), dependiente directamente de Pemex, a fin de ofrecer el producto a precios menores e incidir en el mercado nacional.
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) consideró que esta iniciativa en lugar de ayudar afecta la participación del sector privado en el mercado y recuerda que México importa el 62 por ciento del gas que se consume en el país.
Lo que los empresarios no dicen es que esta situación de dependencia energética es fruto de los 30 años dedicados a desmantelar a Pemex y hacer de México un país dependiente en materia energética.
Sin embargo, la iniciativa gubernamental, que aún es un proyecto, será el primer paso para revertir todos los desatinos de los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña, y recuperar el lugar que México tenía en el mercado energético desde 1938, cuando el general Lázaro Cárdenas expropió las compañías petroleras extranjeras.
Retazos
Las autoridades de salud han alertado sobre un repunte más de la pandemia de Covid-19 en varias partes de la República, causada principalmente por el relajamiento de las medidas de prevención. Estados que parecían experimentar la disminución de contagios han vuelto al semáforo naranja, e incluso en algunas poblaciones se ha decretado el semáforo rojo. Tales son los casos de las regiones turísticas de la Riviera Maya, en Quintana Roo, y Los Cabos, en Baja California Sur.
Por eso es preocupante el caso de los 500 estudiantes que fueron a Cancún para celebrar su graduación de preparatoria y hasta la semana pasada se detectaron 37 casos positivos de Covid, y aún faltaban por llegar 50 de los 500 estudiantes.
Es totalmente reprobable la irresponsabilidad de los jóvenes, de sus padres y de la agencia de viajes. Los primeros por tomar a la ligera los riesgos de contagio; los padres de familia por permitir un viaje masivo a una ciudad en donde la diversión para los jóvenes son los antros, posibles centros de contagio; la agencia de viajes por promover y realizar este viaje con la falsa promesa de evitar los contagios.
El riesgo para Puebla es serio, porque una persona contagiada es agente trasmisor de la pandemia a quienes viven con él y con quienes se relacionan.
Mientras no se tomen en serio las medidas preventivas y se eviten las reuniones masivas, como viajes, fiestas, asistencia a bares y centros de diversión, la pandemia seguirá causando víctimas.