La noche del viernes 25 de noviembre, falleció en la ciudad de La Habana el comandante Fidel Castro Ruz a los 90 años de edad, instaurador del primer gobierno comunista en América e inspirador de muchos movimientos revolucionarios del continente Latinoamericano.
Nacido en la provincia de Holguín, Cuba, en 1926, desde muy joven participó en movimientos de izquierda que lo llevaron, apenas cumplidos los 20 años, al levantamiento en contra del dictador Rafael Leónidas Trujillo, en Santo Domingo, que le valió su exilio en México, en 1947.
De regreso a Cuba, encabezó la rebelión en contra del general Fulgencio Batista, cuyo primer intento fue el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba (1953), cuya derrota no fue, como la dictadura esperaba, el final del líder, sino el inicio de una popularidad que tras un nuevo exilio en México le permitió encabezar la revolución que lo llevaría al poder.
En una frágil embarcación, el “Gramma”, 80 hombres comandados por Fidel desembarcaron en Cuba en 1956; los recibió y diezmó el ejército de Fulgencio Batista. Con los 12 sobrevivientes avanzó hacia la la Sierra Maestra donde creó una guerrilla que derrotó al dictador, impuesto y sostenido por los Estados Unidos, y entró triunfante a la ciudad de La Habana el 1 de enero de 1959. Así se estableció, en plena Guerra Fría, el primer gobierno comunista en el continente americano.
Desde el inicio del establecimiento del gobierno revolucionario, que incluyó una reforma agraria y la expropiación de las empresas estadounidenses establecidas en la isla, las reacciones de los bloques capitalista y comunista no se hicieron esperar.
La alianza del gobierno de Fidel Castro con el bloque comunista motivó la reacción de los Estados Unidos que bajo el gobierno del general Dwight Eisenhower rompió relaciones diplomáticas con Cuba en 1961 y decretó un embargo comercial, al que se unieron la mayoría de las naciones americanas y de Europa, mismo que persiste hasta hoy.
En el gobierno de John F. Kennedy, se intentó una invasión a Cuba por parte de un grupo de exiliados, en abril de 1961, misma que fue derrotada por el ejército cubano en la bahía de Cochinos.
A este intento de terminar con el proceso revolucionario, el gobierno de Fidel Castro respondió estrechando más sus lazos con la entonces Unión Soviética que derivó en la llamada Crisis de los Misiles, cuya negociación provocó la alineación total de la Revolución Cubana al bloque comunista.
El gobierno de Castro se consolidó gracias al apoyo del bloque comunista y con ese apoyo pudo sortear el bloqueo económico y lograr muchos beneficios para el pueblo cubano; sin embargo, al derrumbe del comunismo real, en 1992, Cuba entró en un periodo de crisis económica de la cual aún está saliendo y que provocó en los años 80 y 90 la mayor emigración de cubanos, principalmente hacia los Estados Unidos, consolidando un bloque opositor anticastrista que hoy, ha festejado la muerte de Fidel.
México y Fidel Castro
Al triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno de México, entonces encabezado por Adolfo López Mateos, se mantuvo a la expectativa, sustentado su política exterior en el principio de la libre determinación de los pueblos. Esta doctrina fue la guía de la acción diplomática del embajador Gilberto Bosques Saldívar, originario de Chiautla de Tapia, quien mantuvo una relación cordial con el líder de la Revolución.
Esta doctrina de la libre determinación fue mantenida por el gobierno mexicano tras el decreto de bloqueo económico y la ruptura de relaciones diplomáticas de todos los países del continente, medidas a las que México se opuso.
Sin embargo, las relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro se mantuvieron con altas y bajas. Gustavo Díaz Ordaz, anticomunista como era, mantuvo a la baja la relación con Cuba; sin embargo su sucesor Luis Echeverría visitó la isla, y los presidente José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas dialogaron con Fidel Castro.
El punto obscuro de estas relaciones lo pusieron los dos presidentes emanados del Partido Acción Nacional. El colmo fue la actitud de Vicente Fox, con aquella vergonzosa frase con la que recibió a Fidel Castro en la Cumbre de Monterrey: “comes y te vas”.
Dos caras de la Revolución
Sin duda la llegada de Fidel Castro al poder significó la transformación de la isla de Cuba, hasta entonces considerada, de facto, como una colonia de los Estados Unidos, con una escandalosa acumulación del capital en una aristocracia isleña y los inversionistas estadounidenses, lo que había ampliado la brecha entre un puñado de ricos y una población empobrecida.
El gobierno de Castro estableció el servicio social obligatorio para los universitarios, lo que facilitó una campaña de alfabetización que sentó las bases para una reforma educativa que hoy ubica a Cuba como uno de los países con los mejores estándares en educación.
A la par de esta democratización de la educación, se construyó un sistema de salud que hoy considera a Cuba como uno de los mejores países en calidad médica, con servicios de salud extendidos a toda la población.
Asimismo, se trabajó por erradicar el hambre y la subalimentación, sobre todo en la niñez.
Al régimen castrista se le acusa de antidemocrático y autoritario y no falta razón en esta apreciación, porque la Revolución, a partir del bloqueo económico, asumió un tinte autoritario que reprimió las libertades individuales y con ese tipo de régimen implantó las reformas educativa, agraria, de salud y política. Esa fue la otra cara de la Revolución; una cara que también estuvo marcada por una actitud antirreligiosa que llevó a la marginación de las iglesias.
El impacto de la Revolución
El triunfo de la Revolución Cubana llegó en tiempos de crisis para los pueblos de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, en 1962 fue derrocado el presidente Arturo Frondizzi, en Argentina, y se estableció una dictadura militar; en Paraguay, Alfredo Stroessner gobernó con mano de hierro desde 1954; Gustavo Rojas Pinilla estableció una dictadura en Colombia en 1953; los Somoza eran dueños de Nicaragua; así como Castillo Armas lo era de Guatemala.
En México, el descontento de varios sectores sociales se mostraba en las protestas de ferrocarrileros, profesores, médicos y universitarios.
El triunfo de la Revolución Cubana llevó a los opositores de los gobiernos dictatoriales y la disidencia en México a asumir que el cambio era posible. De este modo, Cuba fue el símbolo de las luchas en el continente y en el país. Por su parte, el gobierno de Castro apoyó estos movimientos.
En Puebla, el triunfo de la Revolución Cubana y la persona de Fidel Castro fueron ambivalentes. Por un lado, los grupos empresariales, los colegios católicos, la misma jerarquía eclesiástica consideraron que el peligro del “comunismo ateo” estaba a las puertas del país e incluso de la ciudad de Puebla, cuando en la Universidad Autónoma de Puebla la derecha se radicalizó hasta fundar el Frente Universitario Anticomunista que enfrentó al resto de la comunidad universitaria en un conflicto violento que se desarrolló el primer semestre de 1961; por un lado los Fuas, católicos, anticomunistas, y por otro los “Carolinos”, acusados de comunistas, masones y ateos.
La figura de Fidel Castro Ruz, controvertida, es una de las figuras sobresalientes del siglo XX e indudablemente uno de los principales líderes mundiales de ese siglo.