Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
Indudablemente, la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles mostró la determinación del presidente Andrés Manuel López Obrador de cambiar las reglas del ejercicio del poder en México. La obra se realizó en poco más de dos años, con recursos del erario público, sin endeudarse con la banca nacional e internacional y un diseño a la altura de los mejores del mundo.
La obra pone en evidencia la corrupción que dominó en gobiernos anteriores; el sobreprecio del proyecto de aeropuerto de Texcoco, el despilfarro de la barda que quiso ser refinería, la famosa e inútil torre del bicentenario, así como las carreteras, los hospitales, las escuelas que cada año se presentaban como concluidas en los informes presidenciales sin que en realidad existieran, contrastan con la rapidez, efectividad y transparencia con las que se construyó ésta, que es la primera de las grandes obras planeadas para el sexenio.
No obstante, hay que recordar que este es solo el inicio; el aeropuerto debe demostrar su capacidad para recuperar la inversión y dar un excelente servicio a los pasajeros.
No hay que complacerse con tener un nuevo aeropuerto. Aún falta mucho. Falta concluir la infraestructura de acceso, establecer los locales comerciales necesarios en una terminal aérea, entre otros aspectos. Pero el gran paso está dado; habrá que acelerar lo demás.
Sin embargo, hay que destacar que la estrategia de la oposición al gobierno, en este caso, ha fracasado, a pesar de los amparos solicitados al Poder Judicial, a pesar de las noticias falsas difundidas en algunos medios y en las redes sociales. Por esto, la oposición ha cambiado de objetivo; hoy se han vuelto defensores de la selva y enfocan sus baterías en contra de otra de las grandes obras del sexenio: el Tren Maya.
Ha iniciado la segunda mitad del sexenio y los retos son grandes. Esto exige no solamente buenas decisiones y un buen equipo en el gobierno; es necesario que el partido en el poder demuestre que es capaz de fortalecer al gobierno de él emanado y demostrar que no solo en el gobierno federal, sino también en los gobiernos estatales y municipales y en el Poder Legislativo es capaz de cumplir.
Y ahí está el problema
En el Congreso de la Unión, en ambas Cámaras, se vislumbran desacuerdos entre los partidos que triunfaron en 2018 y refrendaron su triunfo en 2021. Empieza a evidenciarse la diversidad de criterios que muestran falta de unidad en el partido, un equipo al que todavía le falta mucho para ser el partido fuerte que necesita la 4T.
Hay, además, el problema del origen de muchos líderes y militantes.
Un grupo, desde luego, viene de una lucha al lado de López Obrador que inició en 1988, continuó con la marcha hacia la Ciudad de México tras las elecciones gubernamentales en Tabasco, se fortaleció después del fraude calderonista de 2006 y logró el triunfo de su lucha en 2018.
Ahora bien, hay otros líderes y grupos que se unieron cuando vieron las perspectivas de triunfo de López Obrador y, todavía más, otros se han unido a lo largo de estos tres años de gobierno.
Ellos llegan con sus propios objetivos y responden a sus propios intereses.
Otros más han utilizado las siglas del partido para acceder al poder, sobre todo a las presidencias municipales. En 2018, estos presidentes municipales tuvieron que entregar el poder a la oposición a causa de su mala administración. Hoy se vislumbra una situación semejante para 2024 en algunos municipios gobernados por políticos que llegaron a las presidencias municipales a la sombra de Morena.
Tal es el caso del actual alcalde de Chiautla de Tapia, municipio que había sido gobernado por el PRI. Hoy, el presidente municipal triunfó con la bandera de Morena en la mano. Sin embargo, su gestión no muestra un compromiso real con los postulados de la 4T. Él tiene su propio proyecto que no responde a las aspiraciones de una población que por décadas fue tranquila y segura, que se esforzó porque el municipio tuviere luz eléctrica, carretera pavimentada, policías capaces y que educó a sus hijos en el respeto y la civilidad.
Desgraciadamente, hoy el municipio destaca por su violencia y por la deficiencia en sus servicios. Solucionar estos problemas parece no estar en la agenda del alcalde. Si continúa esta gestión presidencial igual, en 2024 Morena perderá ese municipio, así como otros que viven situaciones semejantes. Ellos forman parte de la debilidad de la 4T.