Nicolás Dávila Peralta / Punto de Vista
En las elecciones de 2018 fue indudable que el triunfo del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tuvo un nombre: Andrés Manuel López Obrador. La figura del líder de la entonces oposición a los gobiernos priistas y panistas fue clave para el triunfo que hundió a los otros partidos. Muchos líderes priistas, perredistas e incluso algunos panistas se subieron al tren que avanzaba con la bandera del triunfo.
No hay duda, hace cuatro años el priismo neoliberal, el panismo derechista y lo que ha quedado del perredismo fueron los grandes derrotados, lo mismo que un sector de la población que se ubicaba en la cúspide del poder económico, una clase media alta que siempre ha aspirado a subir en la esfera social y un poder mediático beneficiado por el sistema imperante.
Sus primeras reacciones fueron de desconcierto. A los partidos les costó trabajo asimilar su derrota, los comunicadores otrora beneficiados se enfrentaron a una nueva realidad: no había “chayote” por parte del gobierno, y los ciudadanos clase medieros que amenazaban con dejar el país si ganaba López Obrador se quedaron pasmados.
Sin embargo, poco a poco han reaccionado y retomado la lucha por el poder, aunque, muchas veces, con estrategias erróneas. Iniciaron las marchas con automóviles de lujo con carteles que resucitaban el anticomunismo del siglo pasado, mientras que sectores de la Iglesia Católica llamaban a cadenas de oración para sacar del gobierno a los que llevaban a México hacia el comunismo.
“A mar revuelto, ganancia de pescadores”, reza el refrán y es aplicable a lo que está sucediendo en México. Del desconcierto de 2018, se ha pasado al control de la oposición por la extrema derecha.
Los partidos que se unieron a las iniciativas del gobierno priista de Enrique Peña Nieto (PRI-PAN-PRD) han sido cooptados por empresarios de extrema derecha que los han utilizado como escalones para llegar al poder, a través de la alianza Va X México.
Un priismo sin brújula y un perredismo agonizante han apoyado a candidatos panistas sin mayor problema. Todo sea por vencer a López Obrador y a Morena. Parecen no darse cuenta que el “pescador” en el “mar revuelto” de la oposición es la extrema derecha.
Una derecha que ha aguardado por más de un siglo llegar al poder; una derecha que pasó de la guerra cristera a los movimientos anticomunistas (Base, Tecos, Yunque) y que a partir de los años 80 del siglo pasado sentó sus reales en un sector mayoritario del empresariado y tomó el control del Partido Acción Nacional.
Una derecha que no tiene carácter nacionalista sino internacional y que hoy está vinculada a las organizaciones de extrema derecha de Europa, Asia y Norteamérica.
No son aisladas las declaraciones y las iniciativas de los legisladores estadounidenses de la derecha radical republicana en contra del gobierno mexicano y tampoco lo son las iniciativas de vincularse con la oposición mexicana por parte de grupos y partidos de extrema derecha española, como el partido Vox o la Fundación Disenso, hija del Yunque mexicano.
La extrema derecha tiene mayoría en el Parlamento Europeo y ha demostrado su presencia en el apoyo a la derecha mexicana y sus críticas al gobierno de México, como sucedió con el Acuerdo sobre la situación de los periodistas y defensores de los derechos humanos en México.
La extrema derecha mostró su fuerza en la reunión de la Conferencia Política de Acción Conservadora, de tinte fascista, realizada recientemente en la Ciudad de México, a la que acudieron políticos, pensadores y hasta artistas mexicanos.
No podemos olvidar que en 2024 el nombre de Andrés Manuel López Obrador NO ESTARÁ en las boletas electorales.
Esto significa que Morena deberá mostrar su verdadera fuerza electoral y que su compromiso por continuar sin López Obrador la llamada Cuarta Transformación se pondrá a prueba dentro de año y medio.
Es bueno recordar a los militantes del Movimiento Regeneración Nacional y a quienes se han mostrado como radicalmente lopezobradoristas que no estará en juego sólo la Presidencia de la República, sino también el Congreso de la Unión. Esto significa que, si no se logra una mayoría en las cámaras de diputados y de senadores, el proyecto de la 4T se verá en peligro.
Ahí está la situación de Perú donde el presidente Pedro Castillo ha sido derrocado y apresado por obra de un Poder Legislativo en manos de la derecha que desde el momento de su triunfo electoral, buscó la forma de sacarlo del poder, hasta lograrlo la primera semana de diciembre.
Un dato más: la extrema derecha está avanzando en Europa, gracias a estas organizaciones con carácter internacional. Por ejemplo, hoy Italia está en manos de un gobierno que se identifica con el fascismo y la extrema derecha gobierna en Polonia y avanza en Francia, entre otros países.
Así pues, aquéllos que proclaman en redes sociales la muerte de la extrema derecha y los que se proclaman fanáticamente lopezobradoristas, deben abrir los ojos y no olvidar que la extrema derecha busca el poder a toda costa y tiene vínculos con otras organizaciones a nivel internacional dispuestas a apoyarla.