¿Qué piensan los ciudadanos, los empresarios, los gobiernos, partidos políticos y sindicatos, políticos, magistrados y senadores, diputados, organizaciones, la iglesia, maestros, universidades, instituciones, investigadores y los medios de comunicación, qué pensamos todos sobre el medio ambiente? Pues parece que nada porque la agresión es diaria.
Sí, todos los días el medio ambiente es agredido de manera muy fuerte. Todos los días circulan en Puebla y el país (y el mundo) no sé cuántos millones de automotores que usan gasolina y diésel, todos, nuevos y viejos emiten contaminantes que dañan en alta medida la atmósfera.
Todos los días los ríos de Puebla y el país (y el mundo) reciben aguas residuales urbanas y de la industria, aguas mortales, veneno puro, todo va a los ríos, al agua dulce que necesitamos para vivir, animales y todas las especies.
Todos los días se daña al suelo con productos químicos que se aplican para combatir plagas, maleza, supuestamente para aumentar la producción, eso genera empobrecimiento de suelos, pérdida de fertilidad, eliminación de especies animales y vegetales.
Todos los días la gente arroja basura por todos lados, la basura tiene un gran efecto contaminante del medio ambiente, pero la gente la sigue tirando a donde se le da la gana.
Todos los días son dañadas las especies animales y vegetales, al grado de que muchas están en serio peligro de extinción, otras han desaparecido para siempre, hoy se habla por ejemplo de que en el mundo sólo quedan algunos cientos de elefantes y águilas reales.
Todos los días son talados millones de árboles para muebles, papel, para la construcción de infraestructura, la agresión es brutal, los bosques no alcanzan a recuperarse, cada año se pierden miles de hectáreas de bosques en Puebla, México y el mundo.
Todos los días son dañadas las especies de los mares al grado de que muchas están en peligro de extinción, la riqueza que se tenía hace un siglo ha desaparecido.
Todos los días los hombres y mujeres de Puebla, México y el mundo, le pegan al medio ambiente de mil maneras, como por ejemplo, con el uso de detergentes, cloros y otros productos contaminantes.
Todos los días la gente piensa en comprar productos que tienen como base animales y plantas, sin importarle que sean las últimas que quedan, pero que a la industria con tal de vender no le importa.
Todos los días la gente maltrata animales, tala árboles, sobre todo en zonas urbanas porque dice que les estorba, que les impide la luz del sol.
Todos los días la gente derrocha el agua, se baña a chorro abierto durante mucho tiempo, cree que el agua abunda por todos lados y que puede gastar toda la que quiera, cuando cada vez hay menos líquido disponible.
Así están las cosas en este siglo de las luces, de las grandes comunicaciones, de los adelantos médicos, de los avance científicos, de tantas escuelas y universidades, de tanta investigación, de viajes especiales, etc., cuando cada vez más se avanza, más se daña al medio ambiente.
Si este daño sigue igual, si nada se hace, si todo es consumismo, si todo es destrucción, si todo es violencia, si todo es vender y comprar, las cosas se pondrán muy complicadas y en menos de cinco décadas, la vida ya no será posible.
Vamos a suponer que el calentamiento global llega a proporciones muy graves, digamos que la temperatura se eleva 5 grados por el 2050 y 2060, pero si sigue subiendo a 8 y 9 grados después del 2100, si esto llega a ocurrir, la vida ya no será posible en ese lapso de tiempo, muy corto para la vida humana y de todas las especies.
Ese es el camino que se lleva, se camina muy rápido en la destrucción, en la eliminación de todo signo de vida en este mundo, lo contradictorio ocurre, a mayor ciencia y desarrollo, mayor destrucción.
Pero, es cierto, no todos quieren destruir, todavía hay gente buena, grupos que están luchando porque pare la destrucción ambiental, lo van a seguir haciendo hasta el final, son los héroes anónimos que quieren salvar la vida en México y el mundo.
Nosotros ya no vamos a ver lo que pasa, pero nuestros hijos y nietos sí lo van a ver, y es deseable que puedan contar que sí se pudo, que al final la sociedad puso fin a la ola destructiva, que al final la sociedad y sus gobiernos comprendieron que no había otro mundo disponible, y que habría que cuidar el único que tenemos.
Nuestros hijos y nietos verán si este ser humano fue o no capaz de ya no pelear y de no usar jamás sus armas destructivas a nivel masivo, porque eso equivaldría al fin de la vida en la Tierra, sería el corolario, el daño final, el golpe mortal para acabar con todo.
Si este ser humano vuelve a pelear pero ahora con armas mil veces más destructivas que en el pasado, ya no será el cambio climático el que acabe con la vida, será la estupidez humana la culpable.