Semana Política
Por: Gabriel Sanchéz Andraca
El inicio del gobierno local encabezado por Antonio Gali Fayad y las locuras que al frente del gobierno estadounidense realiza un día sí y otro también, Donald Trump, acaparan la atención de los habitantes de la Mixteca poblana, por las repercusiones que tendrán para los habitantes de esta zona.
Apenas empieza el nuevo gobierno estatal y es lógico que todavía no pueda apreciarse lo que será en el futuro próximo. Hay confianza entre la ciudadanía, que su desempeño será mejor que el del gobierno que acaba de salir, aunque hayan quedado en el nuevo gabinete estatal un número importante de funcionarios que lo fueron también del que se fue.
Hemos dicho en este espacio, que es difícil apreciar la importancia de la obra morenovallista en el corto plazo, cuando los ánimos están exaltados, tanto de quienes afirman que fue una maravilla, como de los que dicen que fue un desastre. El tiempo dirá quienes tienen la razón.
Lo que sí es un hecho, es que todos esperan un cambio en la actitud del jefe del ejecutivo, el respeto de las formas, el trato con la gente, la civilidad política.
Un gobierno puede erigirse y serlo o no serlo, como el gran constructor, pero si su relación fue mala con la sociedad en general o con un gran número de sectores sociales, pues el balance no le favorecerá. Puede ocurrir lo contrario, que las formas hayan sido acertadas, que haya habido buena relación con las autoridades municipales, con los sectores más importantes como son el obrero, el campesino, el empresarial y la sociedad civil en general y que den por resultado un balance favorable, aunque la obra material no haya sido grande, pero sí benéfica para todos. Esa es la diferencia.
Por lo que al nuevo gobernante poblano se refiere, el señor Gali ha demostrado desde la campaña, que tiene carisma, que además de caer bien a la gente, sabe mantener un buen trato con ella. En la presidencia municipal que desempeñó durante dos años, se mantuvo con los pies bien puestos en la tierra, es decir, no se le subió el cargo y eso hizo que resultara el ganador en la lucha por la gubernatura.
Hasta ahora, no se nota un cambio en su forma de ser. Se le ve como ha sido siempre: un poblano muy arraigado en su tierra, con amigos a quienes no ha desconocido para nada, con aliados en todos los sectores sociales de la entidad, con autoridades municipales que lo respetan y que están dispuestas a colaborar estrechamente en los dos años de su gobierno, para lograr avances importantes en la economía y en la recomposición social de la entidad.
El nuevo mandatario estatal, tiene muchas cosas que atender, pero tal vez las más urgentes sean los renglones de seguridad y el de los llamados presos políticos.
Por lo que se refiere al asunto de la seguridad, va a tener, de hecho ya los tiene, casos sumamente complicados, como la muerte, en el tercer día de su mandato, de diez personas en la zona oriental de Puebla, donde operan los “huachicoleros”. Dicen que en el tiempo que lleva en el poder, los asesinatos ya suman veinte.
Quienes conocen la forma de operar del llamado “crimen organizado”, afirman que el incremento brutal de las muertes violentas, constituyen una prueba que la delincuencia organizada pone al nuevo gobernante, para saber como actuar en el futuro.
Es una prueba indudablemente para el gobernador, pero también para el nuevo titular de seguridad pública, Jesús Morales Rodríguez, quien tiene la oportunidad de demostrar su eficacia en el cargo que desempeña y para el que se ha preparado toda su vida, tanto en México como en los Estados Unidos.
En el caso de los llamados “presos políticos”, el reto es directo para el nuevo gobernante: En este caso se pone a prueba, su capacidad de negociación, pues los grupos que se dicen agredidos por el gobierno y que exigen la libertad de algunos de sus integrantes, deberán demostrar que sus formas de protesta han sido realmente pacíficas, aunque muchas veces apasionadas; que no han lesionado los intereses de terceros y que su actuación en ningún momento ha caído en la comisión de un delito.
Esto llevará algunas semanas o meses durante los cuales el nuevo gobierno puede estar bajo presión de los grupos políticos o económicos interesados en el caso.
Por lo pronto, ya han cesado las manifestaciones de descontento, pero si no hay arreglos, podrían resurgir en cualquier momento. Si el nuevo gobierno no se cierra al diálogo, no trata de imponer sus razones y se muestra razonable, seguramente que se logrará un final feliz.
La “órdenes ejecutivas” que a diario firma el señor Donald Trump, presidente de los Estados Unidos ya lo han enemistado con 47 países del mundo, incluyendo a los de la Comunidad Europea, que no es cualquier cosa.
Entre sus órdenes ejecutivas, está la de construir su muralla en la frontera con México y su amenaza de sacar a millones de trabajadores mexicanos que sean criminales y allá, del otro lado del río Bravo, son criminales los que se pasan un alto y los que están sin papeles, es decir, casi todos.
Ante esas balandronadas del tal Trump, los mexicanos sólo podremos interponer nuestra dignidad. Eso de que vamos a pagar el muro, es una tomadura de pelo. En ninguna parte del planeta un país puede construir una obra que le cobre por la fuerza al vecino, pero bueno, eso lo decidirán los tribunales internacionales.
La salida de trabajadores indocumentados, entre los que hay decenas de miles de poblanos, si traería como consecuencia serios problemas a las regiones que como la Mixteca, tienen a muchos emigrantes allá.
Lo correcto será que el gobierno estatal y el gobierno federal, trabajen en un plan para recibir a los repatriados con alguna posibilidad de encontrar ocupación aquí, de impulsar a la pequeña empresa con apoyos de ambos gobiernos y brindar atención al campo, otorgando a quienes se dediquen a la agricultura y a la ganadería, los apoyos que realmente necesiten.
Estados Unidos es un país fuerte con el que tenemos intenso movimiento comercial, pero hay muchos otros con los que también podemos tenerlo, que no se nos cierre el mundo. Salidas las tenemos, aunque al principio sea difícil adaptarnos a la nueva realidad.