**La paz no es sólo la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia y la oportunidad de vivir en un mundo donde todas las personas puedan disfrutar de seguridad y dignidad**
Por: José Francisco Dávila Álvarez
Por segunda vez, escribo en este espacio, la última vez que escribí aquí comenté sobre un trauma grande vivido hace 6 meses, dicho acontecimiento trascendió a algo más profundo y más triste. Sin dar el contexto de lo vivido, pensaba escribir sobre lo que es una injusticia, sin detalles personales. Me gustaría sacarme de la cabeza una analogía, la de alguien a quien le tengo mucho respeto, al activista Homero Gómez, conocido como “el guardián de la mariposa monarca”, quien fue asesinado por sus frecuentes denuncias sobre la tala ilegal de árboles.
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¿Qué clase de persona le causa daño a la naturaleza no solo del mundo, sino también a la mente de un hombre y por querer cuidar la dignidad propia y de increíbles seres vivos le quitan la vida, atentan contra él? ¿Acaso así es la vida?, buscaba la paz mental y alguien a quien estimaba mucho atentó contra mi paz mental, me ha causado rabia, tristeza y todo impulso en búsqueda de un sentido de justicia, me he percatado que las personas que no han vivido este tipo de sensación fisiológica y mental lo subestiman.
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Actualmente acudo a terapia y, en una reciente sesión terapéutica, la respetable doctora mencionó el concepto de injusticia en la vida y cómo las situaciones políticas y conflictos globales a menudo pueden servir como ilustraciones poderosas de esta cuestión, su ejemplo fue el conflicto entre Israel y Palestina, particularmente conmovedor de cómo la injusticia puede permear las vidas de las personas a gran escala.
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En este espacio, aunque tuviera que sacar mucho lastre personal, me gustaría pensar en las personas que viven dicho conflicto ahora mismo en Medio Oriente.
El conflicto entre Israel y Palestina es una triste demostración de la complejidad y la obstinada persistencia de la lucha por el poder, la tierra y la identidad. A lo largo de las décadas, esta disputa ha dejado una huella indeleble de tragedias humanas, desplazamientos forzados, reivindicaciones territoriales, nacionalismos y tensiones religiosas. La búsqueda de soluciones ha estado marcada por la incertidumbre, la violencia y el temor constante.
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Este conflicto nos recuerda la inmensa dificultad de la diplomacia y la paz en un mundo dividido. Las negociaciones de paz son complicadas; así como hay prioridades en otros conflictos, otros sufren extremadamente siendo ignorados a una cierta escala y la confianza entre las partes involucradas es escasa. A menudo, las conversaciones parecen estancadas y la esperanza de una solución duradera se desvanece.
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Este conflicto político nos desafía a reflexionar sobre la importancia de la diplomacia, el diálogo y el compromiso con la paz. Nos muestra cuán costoso puede ser el fracaso de la diplomacia y cómo la intransigencia política puede afectar a generaciones enteras.
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En dicha sesión terapéutica, me he expresado de la forma más honesta y con cierto enojo, sobre mí, y, me percaté que podrían existir personas con una escases de empatía; de la misma manera en la que leemos en el periódico el conflicto de Medio Oriente, hacemos una expresión de inconformidad de 3 segundos y volvemos a la rutina de ignorar dicho problema; sucede a quienes buscan su propia paz mental.
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En última instancia, el conflicto político en Israel y Palestina nos llama a la reflexión sobre la necesidad de empatía, comprensión y respeto mutuo en la arena internacional, y análogamente me he percatado en que las personas no construyen empatía si no han sufrido como la persona que la necesita, solo tienen un concepto de lo que viven terceros, pero no tienen la vivencia humana.
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La paz no es sólo la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia y la oportunidad de vivir en un mundo donde todas las personas puedan disfrutar de seguridad y dignidad. La tristeza de este prolongado conflicto debería motivarnos a actuar, a seguir buscando soluciones políticas y a trabajar incansablemente por un futuro más pacífico y equitativo para todos en la región.
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Con mucho amor a las personas que viven en esa situación; sepan que existen y que se piensa en ellos.