El 1° de octubre inició un nuevo sexenio, un nuevo gobierno hoy presidido por una mujer: la doctora Claudia Sheinbaum Pardo que, como ella misma lo dijo, es mujer, madre, abuela, esposa, científica y ama de casa. Con ella se inicia lo que ha llamado “el segundo piso de la Cuarta Transformación”.
Al asumir el cargo de presidenta de la República (presidenta, así con a, ha querido que se le nombre), ante el pleno del Congreso de la Unión, Claudia Sheinbaum destacó la figura del ex presidente López Obrador y el valor de todas las mujeres mexicanas.
Tres partes de su discurso ante el Congreso de la Unión considero relevantes, porque responden a quienes suspiran por el pasado neoliberal y definen los principios de lo que será su gobierno, a partir de asumir el cargo ante el Poder Legislativo y con la presencia de la titular del Poder Judicial, representantes de 105 países del mundo e invitados nacionales.
En referencia a quienes predecían un derrumbe económico si se abandonaba el modelo neoliberal, la presidenta cuestionó:
“¿Cómo es que 9.5 millones de mexicanos y mexicanas, de acuerdo con el Banco Mundial, salieron de pobreza en tan solo seis años? ¿Cómo es que, sin subir impuestos, se redujeron las desigualdades? ¿Cómo es que somos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico menos endeudados y con una moneda fuerte? ¿Cómo es que somos de los países con menos desempleo? ¿Cómo es que hay más bienestar y al mismo tiempo ganaron más los empresarios y los bancos? ¿Cómo es que estamos en récord de inversión extranjera directa y al mismo tiempo aumentaron los salarios? ¿Cómo es que aumentó el salario mínimo y no subió la inflación?”.
Enseguida enumeró los principios que regirán su gobierno.
Desde luego, retomó los primeros principios del gobierno anterior: “primero los pobres”; no a un gobierno rico con pueblo pobre. Destacó la importancia de que el gobernante sea honrado y honesto, un gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo.
Recordó que la libertad es esencia de la democracia. Más adelante abundó en este punto al comprometerse a garantizar todas las libertades; “la de expresión, de prensa, de reunión, de movilización. La libertad es un principio democrático y nosotros somos demócratas”, y añadió: “se respetarán los derechos humanos y nunca usaremos la fuerza del Estado para reprimir al pueblo”.
Asimismo, puntualizó que el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales son clave para el desarrollo y bienestar del pueblo. Refrendó la soberanía y la independencia de la nación; “nos coordinamos, más no nos subordinamos”, afirmó.
“La política se hace con amor, no con odio”, señaló, y puso énfasis en la igualdad de todos los mexicanos: “Condenamos el clasismo, el racismo, el machismo y cualquier forma de discriminación. No es solo un asunto de tolerancia, es el reconocimiento de que la profundización de las desigualdades llevará siempre a la injusticia. La fraternidad significa vernos a los ojos como iguales”.
“Respetaremos y garantizaremos la diversidad religiosa, política, social, cultural y sexual de nuestra sociedad. Cualquiera que diga que habrá autoritarismo, está mintiendo”, enfatizó.
En materia económica y de relaciones internacionales, la presidenta refrendó los principios históricos de la política exterior mexicana: la autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la solución pacífica de controversias; principios que, desde el gobierno de Vicente Fox, la derecha olvidó en su afán por congratularse con los capitales internacionales y el rechazo a los gobiernos de izquierda. Recordemos el “comes y te vas” de Fox al comandante Fidel Castro.
Contra la opinión de los extremistas de derecha, tanto nacionales como extranjeros, que desde 2018 anuncian que México va hacia un sistema comunista, Claudia Sheinbaum refrendó una política económica mixta, donde el Estado recupera su derecho a regir la economía y se abre al sector privado.
Se promoverá tanto la inversión pública como la privada, aseguró; y en referencia al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, fue muy clara al destacar su importancia para el desarrollo del país:
“Es claro que entre nosotros no competimos, nos complementamos y, además, generamos las condiciones para una mayor consolidación de la economía de todo el continente en una visión de presente y futuro de la economía mundial”.
Prometió no elevar los precios de los combustibles y mantener el diálogo con los empresarios para no elevar los precios de la canasta básica.
Más tarde, en un acto multitudinario en el zócalo de la Ciudad de México, presentó los cien compromisos de su gobierno, después de un significativo ritual indígena donde representantes de todas las etnias del país le entregaron el bastón de mando, símbolo de la autoridad.
La derecha quiere un golpe de Estado
Ya se ha convertido en precepto constitucional la reforma al Poder Judicial de la Federación; la aprobó la Cámara de Diputados, la aprobó la Cámara de Senadores, la aprobaron la mayoría de los Congresos Estatales, el Senado declaró la validez de la reforma y el aún presidente Andrés Manuel López Obrador la promulgó y se publicó en el Diario Oficial de la Federación. Se cumplieron todos los trámites y la reforma hoy forma parte de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Pero la derecha dentro y fuera del Poder Judicial insisten en rechazar las reformas. El colmo es la decisión de la mayoría de ministros de la corte en darle entrada a los recursos que ellos saben muy bien que no proceden, porque ese poder no tiene la facultad de cambiar la Constitución. Pero la intención de la derecha es desestabilizar al gobierno de Claudia Sheinbaum. La derecha no cesa en su intención de llevar al país a una crisis como una estrategia para volver al pasado.