Por: Elizabeth Soriano
Continuamos impulsando el proyecto “Por una Sociedad + Humana”, por eso, este mes hablaremos de un valor que ya escasea mucho: la humildad, que nos invita a dejar de lado los prejuicios y apariencias, y saber conocerte a ti mismo para poder reconocer y respetar a nuestros semejantes.
Actualmente la humildad no es un valor que veamos comúnmente, pues vivimos en una sociedad competitiva y eso no nos permite pensar en los demás, por ello, sin duda es un valor que deberíamos recuperar, porque nos liberará del peso de muchos prejuicios y de esa necesidad de todo el tiempo tener que aparentar.
Cuando hablamos de humildad no importa la persona con la que convivas, su nivel cultural, su raza o estatus, más bien aprendemos de ella y crecemos, y ese el verdadero significado de la humildad, la capacidad que tenemos de aprender de todo y de todos; no te colocas por encima de los demás pensando que todo lo sabes y que nadie puede enseñarte nada, pero tampoco te debes sentir por debajo, creyendo que careces de capacidad para llegar a ser esa persona que admiras.
Les compartiré un consejo que siempre me decía una maestra y que llevo conmigo siempre: “En la vida aprendemos de todos, hasta lo más mínimo de la persona que menos esperas o de la peor situación que vivas; siempre hay algo que aprender, decir que sabes todo es decir que no sabes nada”.
Ante ello, la Real Academia Española, define “humildad” como una virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades, y en obrar de acuerdo con este conocimiento.
Y sin duda no se trata de aceptar las debilidades, limitaciones y quedarse estancados, tampoco se trata de ignorarlos y actuar como si no existieran, debemos entender que vivimos en una sociedad en continuo cambio, por lo que siempre se aprende de todo y todos, de trabajar esos limites y avanzar.
Tampoco te digo que no debes trabajar por tus metas y que no te esfuerces para superarte a ti mismo o incluso que no celebres tus logros, solo que debemos aprender a hacerlo con humildad, porque este valor es el freno que necesitamos para no desviar nuestro camino y convertirnos en aquellos que pasan por encima de todo y todos, sin importarles nada, o aquellos que se ponen de “pechito” y permiten que los hagan menos.
Recuerda que cuando aprendamos a reforzar nuestra propia humildad, nos ayudará a crecer como persona y aprendemos a convivir mejor en nuestra sociedad, lo que nos impulsa a ser más EMPÁTICOS.
Esta vez, me despido simplemente, recordando que la vida es una larga lección de humildad. Así que… ¡Aprende y disfruta de ella!