Por Alejandro García Azcué
El agua es la fuente de toda vida en la Tierra. El 97% del agua total en la tierra se encuentra en los océanos y mares de agua salada. Únicamente el 3% es agua dulce. Del total de agua dulce en el mundo, alrededor de un 65% se ubica en los polos y en las cumbres de las montañas más altas, y se encuentra en forma de hielo.
Aproximadamente, un 30% del agua dulce mundial se encuentra en el subsuelo y en los acuíferos profundos. Solo el 1% del agua dulce en el mundo, escurre por las cuencas hidrográficas en forma de arroyos y ríos, y se deposita en lagos, lagunas y en otros cuerpos superficiales de agua y en acuíferos.
La distribución del agua es muy variable: en algunas regiones del mundo es abundante, mientras que en otras escasea. Sin embargo, contrario a lo que muchas personas creen, la cantidad total de agua en el planeta está disminuyendo al grado que, recientes estudios de especialistas y organizaciones internacionales relacionadas con los problemas del agua, sugieren que para el año 2025 más de las dos terceras partes de la humanidad sufrirá algún estrés por la falta de este líquido.
Con respecto a México, debido a su orografía, aun teniendo de ambos lados agua de mar, debido a las cadenas montañosa de oriente y occidente, un 75% de nuestro país es semiárido, porque las nubes no alcanzan a sobrepasar estas montañas, solamente lo hacen en época de huracanes.
En México, de la cantidad de agua que consumen los diferentes sectores, la agricultura es el mayor consumidor con el 70%, seguido del sector público de 15 %, y el sector industrial es de alrededor del 10%.
Con lo que atañe al suministro suficiente de agua potable para consumo humano se encuentra en riesgo severo, debido al cambio climático, y existe una crisis de (in) seguridad hídrica. Gran parte de este problema es el uso mercantilista del agua para beber. Sorprende el crecimiento exponencial en el consumo del agua embotellada en México, uno de los países con mayor inseguridad hídrica en el mundo.
En los gobiernos PRIANISTAS, se dieron muchas y por muchos años (hasta 50 años) concesiones privadas, enfocándose en el negocio de la extracción, el embotellamiento y la distribución de agua embotellada. Estos gobiernos, aprovechando un marco institucional débil en el que se cede terreno ante la enorme presión de las empresas multinacionales proveedoras de agua embotellada, y la enorme fuerza, tanto mercadotécnica como política, con que cuentan las corporaciones embotelladoras del vital líquido.
Las aguas que provienen de deshielo, son las más puras y limpias. En Puebla, la empresa BONAFONT, de capital francés (del Grupo Danone), extrae cerca de un millón de litros diarios de agua que emana de las faldas del Iztaccíhuatl, con más de 30 mil garrafones diarios, que venden a 44 pesos, obteniendo ganancias multimillonarias, dejando con escases de agua a los pueblos aledaños como Coronango, San Pedro Cholula, Tlaltenango, Santa María Zacatepec, y Juan C. Bonilla.
El grupo PEPSICO, también extrae una cantidad similar de agua para producir sus refrescos. Mención especial merece el grupo FEMSA de la empresa Coca Cola, distribuidor de agua Ciel, que tiene más de 40 concesiones en el país. Solamente en los altos de Chiapas, diariamente acapara más de un millón y medio de litros de agua para sus refrescos y para agua embotellada.
Pagan menos de mil 500 pesos por año por concesión, y con ganancias de más de 582 millones de dólares. Por lo que esas empresas toman el agua de los mexicanos, y nos devuelven veneno embotellado.
Mientras no se modifiquen las leyes que benefician a esos grupos de poder, el agua seguirá en sus manos con contratos que los favorezcan. Por eso no quieren el cambio. Por eso no quieren a AMLO.