Redacción / Ciudad de México.
Con el grito “¡2 de octubre no se olvida!”, se conmemoró la matanza de Tlatelolco, la peor masacre estudiantil en la historia de México, cometida por el gobierno encabezado por el priísta Gustavo Díaz Ordaz, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. Las familias de los jóvenes y los mexicanos asesinados ese día, no olvidan aquel despliegue militar y paramilitar que quitó la vida a más de 350 personas, según datos oficiales.
La matanza de Tlatelolco es estimado como uno de los delitos que, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), puede ser considerado como un crimen contra la humanidad, por las detenciones masivas, arbitrarias e ilegales realizadas durante este período, así como la desaparición de decenas de jóvenes.
¿Qué ocurrió y por qué no debe olvidarse?
El movimiento estudiantil de 1968, inició el 23 de julio de 1968, tras la ocupación militar y policial de planteles escolares, bajo la justificación de la riña que se había registrado entre los alumnos de la Vocacional 5 y la preparatoria particular “Isaac Ochoterena”.
Este hecho provocó diferentes marchas y manifestaciones en las que participaron estudiantes y profesores, obreros e intelectuales provenientes de toda la República Mexicana, justo en un momento en que México se preparaba para ser sede de los Juegos Olímpicos, que se celebraron del 12 al 27 de octubre, por lo que al gobierno federal le preocupaba que un conflicto estudiantil dañará la imagen del país.
Tras varios meses, muchas personas se adhirieron al movimiento estudiantil y fue el 2 de octubre de 1968, cuando miles de estudiantes, profesores, obreros, intelectuales y muchos otros ciudadanos solidarios, se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, en protesta por la violencia militar y policíaca, y en demanda de la libertad de presos políticos, la desaparición del cuerpo de granaderos, la destitución de los jefes policíacos, entre otros reclamos.
Ahí, miembros del Batallón Olimpia, grupo paramilitar, se vistieron de civiles portando un guante blanco, para no ser identificados como militares, con el objetivo de infiltrarse en las filas del mitin.
Antes de las 16:00 horas, se lanzaron dos bengalas rojas disparadas desde un helicóptero, para poner en marcha la “Operación Galeana” y atacar a los manifestantes a balazos, así como la concentración del Ejército en la plaza para reprimir a los estudiantes.
La masacre duró más de dos horas, el número de víctimas sigue sin estar claro; de manera oficial, los medios fueron obligados a informar que fueron menos de 350; sin embargo, el número real de muertos nunca se sabrá; hubo más de 700 lesionados y al menos 5 mil aprehendidos.
La masacre estudiantil de Tlatelolco se orquestó desde la esfera política, pero tuvieron que pasar más de 50 años para encontrar otros culpables con igual o mayor responsabilidad que Gustavo Díaz Ordaz, Marcelino García Barragán y Luis Gutiérrez Oropeza.
Este hecho, considerado por algunos historiadores como un genocidio, marcó un antes y un después en el país, ya que el Estado Mexicano realizó graves violaciones a los derechos humanos como: el derecho a la vida, la libre expresión, la seguridad jurídica, la libertad, la legalidad, la procuración de justicia de los agraviados y sus familias, la integridad personal y a la protección contra la detención arbitraria.