Redacción / Regional.
La tradición de las veladas en los panteones durante el 1 de noviembre se ha arraigado en varios municipios de Puebla, siendo una práctica común en al menos ocho de ellos. Sin embargo, esta costumbre se está extendiendo cada vez más en otras regiones del estado, según Pedro Mauro Ramos, Secretario General del Consejo de la Crónica.
Los municipios en los que esta tradición tiene mayor arraigo son Xochitlán de Todos Santos, Tlacotepec de Benito Juárez, Los Reyes de Juárez, San Juan Ixcaquixtla, Petlalcingo, La Magdalena Yancuitlalpan, San Pablo Anicano y Acatlán. Además, se ha comenzado a realizar en Xoxtla, Zacatlán y Calpan.
En una entrevista con el Sol de Puebla, Mauro Ramos explicó que, aunque las tradiciones varían en cada región poblana, las veladas suelen realizarse durante la noche del 1 de noviembre y consisten en limpiar las sepulturas e iluminarlas con veladoras o ceras. Según él, «el tema de velar es el tema de la luz que guía a las almas para que puedan regresar».
En comunidades como San Miguel Xoxtla, los vecinos reciben a sus seres queridos fallecidos con música y comida durante toda la noche. Las familias comparten alimentos alrededor de las sepulturas, creando un ambiente de convivencia mientras esperan la llegada del alma deseada durante el Día de Muertos. Además, llevan música o realizan rezos.
Esta tradición poblana de velar en las sepulturas se remonta al siglo XIX. Anteriormente, los atrios de las iglesias se utilizaban para enterrar a los muertos, aunque no de la misma manera que ahora. Según Mauro Ramos, «la gente no tenía la libertad para estar esperando toda la noche, después, a través de las leyes de reforma es que la misma gente ya podía tener acceso y cuidado directo del cuidado de los panteones».
Aunque no se cuenta con un registro exacto de la región en la que se originó esta tradición en el estado poblano, existen documentos e imágenes que muestran cómo se llevaba a cabo en los primeros años. Por ejemplo, una pintura en Quecholac muestra veladas con fosas adornadas con flores «para encomendar el alma a las ánimas benditas».