Redacción / Izúcar de Matamoros, Pue.
El Templo de San Diego de Alcalá, uno de los monumentos más emblemáticos de Izúcar de Matamoros, Puebla, ha sido objeto de importantes trabajos de restauración que han revitalizado su fachada y garantizado la preservación de su estructura para las generaciones futuras.
Estas intervenciones forman parte de los esfuerzos conjuntos de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el Gobierno del Estado de Puebla.
Entre las principales acciones realizadas en la restauración se encuentra la reestructuración de la cúpula, un proceso complejo que ha permitido consolidar la estabilidad de esta importante parte del templo. La cúpula había mostrado signos de deterioro, lo que ponía en riesgo su conservación. Con este trabajo, se ha logrado devolverle su aspecto original y asegurar su resistencia frente a factores climáticos y sísmicos.
Además, se llevaron a cabo trabajos en los muros del presbiterio, donde se integró una malla para reforzar la estructura y evitar posibles fisuras que pudieran comprometer la seguridad del templo. Esta acción formó parte de un proceso integral de consolidación de muros que incluyó la reparación de grietas y otros daños visibles en las paredes exteriores e interiores, lo que contribuye a preservar la solidez y la seguridad de la edificación.
En cuanto a los refuerzos estructurales, se realizó una integración de refuerzo para dotar de mayor resistencia a las zonas más vulnerables del edificio. Estos trabajos no solo buscan preservar la belleza arquitectónica del templo, sino también asegurar que la estructura se mantenga firme y estable en el tiempo. Los refuerzos estructurales han sido implementados con materiales de alta calidad, siguiendo estrictos estándares de restauración.
Finalmente, se aplicó una nueva capa de pintura en la fachada, lo que ha permitido devolverle su esplendor original y mejorar su apariencia estética. Este trabajo también ayuda a proteger las superficies de los efectos del clima, como la humedad y la exposición al sol, elementos que suelen acelerar el desgaste de los edificios históricos.