Redacción / Mixteca poblana.
Una perito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que señaló que la dependencia simuló la restauración de inmuebles históricos en la Mixteca poblana, ahora denunció que es víctima de acoso laboral y que fue castigada con su reubicación a Culiacán, Sinaloa.
La arquitecta Rutilia Amigón difundió un texto al que denominó como “El programa sismo del INAH: caos, estancamiento y represión” en el que reveló que los múltiples castigos a la que la someten directivos del INAH, son un intento de acallar su voz, por señalar el desorden y estancamiento del “Programa Sismo”, así como exhibir la incompetencia de un instituto al llevar a cabo un improvisado plan para rehabilitar el patrimonio dañado en el estado.
En la misiva pública exige que Diego Prieto, director general del INAH, “hable con la verdad al país entero” y transparente el destino real de los 5 mil 657 millones de pesos que afirma haber aplicado en la rehabilitación de daños por el sismo.
Denuncia acoso laboral
Desde marzo de este año, a la arquitecta Rutilia Amigón presuntamente le retuvieron su salario en el INAH Puebla, directivos y administradores se niegan a aceptar las licencias médicas que el ISSSTE le otorgó por una cirugía de riesgo.
Por lo anterior, fue sustituida en la atención de inmuebles que por casi cuatro años tuvo a cargo, además de ser notificada desde el INAH Sinaloa que tiene actas administrativas en su contra por “faltas injustificadas”.
Amigón afirma que la persecución laboral se intensificó a raíz de la difusión en medios periodísticos, en septiembre de 2021, de dos notas que abordan la problemática relativa al sismo en el INAH, “las que parecen haber disgustado”.
El artículo se llama: “Los terremotos del 2017, mi experiencia en la Mixteca poblana” y fue publicado el 30 de septiembre de 2021 en el portal “Mundo Nuestro”, donde narra su experiencia como supervisora de 25 inmuebles históricos afectados en la zona que fue el epicentro del sismo y en el que describe la improvisación, el desorden e incluso la simulación de intervención del INAH que se realizó sin proyectos, contratos, instrucciones por escrito o el más mínimo protocolo.
Desorden y simulación del INAH
Rutilia Amigón, Arquitecta por la UNAM, se dio cuenta del desorden y simulación del INAH, toda vez que ella fue una de las supervisoras del área de Monumentos Históricos del Centro, sobre quienes recayó la responsabilidad de encabezar el proceso de reconstrucción de los más de 600 templos afectados por el terremoto del 19 de septiembre de 2017.
La simulación se debe a que el INAH, anunció en públicamente en 2021 que existe un 60% de avance en la rehabilitación del patrimonio dañado por los sismos, pero, tal cifra está basada en números absolutos y solo considera la rehabilitación del edificio y no la de los bienes muebles, inclusive, esta valoración cuenta por igual un inmueble que resultó con pocos daños que otro con afectaciones estructurales graves e incluso derrumbes.
En la Mixteca poblana, ella supervisó la reconstrucción de templos como el de Santiago Caballero en Chila de la Sal, el Templo de Santa María de la Concepción y el Templo de Santa María en Cohetzala, el Templo de San Lucas Tzicatlán y la Parroquia de San Nicolás Tolentino en Huehuetlán el Chico, así como la Parroquia de San Juan Bautista en Teotlalco de Dorantes y la Iglesia de Santiago Apóstol en Coacalco, Xicotlán.
«En suma, improvisación, ausencia de protocolos, instrucciones en constante cambio, discrecionalidad en las decisiones, pugnas entre directivos, carencia de mecanismos de control y falta de transparencia en el ejercicio de los recursos provenientes de las diversas fuentes de financiamiento caracterizan desde el comienzo las acciones emprendidas por el INAH para la recuperación del patrimonio afectado por los sismos de 2017”, así fue como Amigón resumió en un párrafo las condiciones en las que han tenido que realizar su trabajo
“¡Inicien obras, los proyectos se harán sobre la marcha!”, “¡Atiendan los templos con daños menores primero y desháganse de ese lastre!”, fueron las ordenes que recibieron en un contexto de emergencia y de presión social, pero sin haber proyectos, ni contratos, ni instrucciones por escrito y menos aún protocolos
Por lo anterior, asumieron responsabilidad de la supervisión técnica, así como la pesada carga de una irregular y pobre asignación de obras a empresas constructoras y también su control administrativo, aunque más tarde, el funcionario del INAH que les dio la orden de arrancar con la reconstrucción, se lavó las manos argumentando con un: “Para qué me hacen caso”.
Meses después, se dieron cuenta de que los fondos del seguro contratado a Banorte para la reconstrucción no eran suficientes, por lo que tuvieron que descartar varios inmuebles para ser reconstruidos, tales como los templos de Tzicatlán en Huehuetlán el Chico y Coacalco en Xicotlán.
Por otro lado, el templo de San Agustín, en Chiautla de Tapia, la empresa después de recibir el 80 % del presupuesto y comprobar poco menos del 50%, abandonó la obra, amenazando con demandar al INAH si no obtiene el 20% restante. Sin embargo, el instituto no contempla aún ninguna acción legal para frenar la voracidad de constructores fraudulentos que han socavado el presupuesto de algunos inmuebles.