Yorvelit López Ortiz/Izúcar de Matamoros, Pue.
El pan de muerto es una dulce tradición mexicana que surgió para honrar a las almas durante las Fiestas de Muertos y simboliza una ofrenda fraterna. El origen de este icónico alimento se remonta a la época de la Conquista, inspirado por rituales prehispánicos, los sacrificios humanos y la llegada de los españoles; la leyenda cuenta que era un ritual en el México anterior a la conquista, donde una princesa era ofrecida a los dioses y su corazón, aún latiendo, se introducía en una olla con amaranto para después, ser mordido por quien encabezaba el rito en señal de agradecimiento a un dios.
Hoy en día este delicioso antojo es uno de los componentes más importantes de las ofrendas dedicadas a los Fieles Difuntos, y cuenta con su propio significado.
Su forma circular representa el ciclo de la vida y la muerte, la bolita superior del centro representa el cráneo, y los cuatro pedazos que lo adornan simbolizan lo huesos del difunto, los cuales también se colocan en forma de cruz en referencia a los cuatro rumbos del universo o los cuatro puntos cardinales.
En Izúcar de Matamoros, en la temporada de Todos los Santos se cuenta con una gran variedad de pan para las ofrendas como lo son: las “hojaldras”, pan “cargado”, los “muertitos” y los famosos “rosquetes”.
Ángel Merlo Márquez, panadero de oficio desde hace años, comentó que desde el 27 de octubre le empiezan a hacer pedidos para las ofrendas: “Yo todos los días horneo pan, a partir de las ocho o de las seis de la mañana comienzo a trabajar con la masa, porque a las seis de la tarde vienen los clientes en busca de pan fresco. Para los días de muertos comienzo dos o tres días antes del 1 de noviembre, porque es el pan que se ocupa para poner en los altares”. Los panes que más piden son la hojaldra, muertitos y los rosquetes.
Dice también que ha mandado su producción a Estados Unidos, donde se encuentran los paisanos; “los paisanos me encargan para llevarlo al otro lado y que puedan celebrar a los fieles difuntos como si estuvieran en México, la cantidad que mando, a veces van de 50 a 100 piezas”.
La Panadería Merlo lleva en el mercado más de sesenta años, el padre de don Ángel comenzó; por lo que el negocio es familiar. Además destaca que el pan que él hace es artesanal, ya que la decoración, así como el proceso de amasado están hechos a mano, el horneado es en un horno tradicional de leña. Don Merlo ya tiene a sus clientes y algunos dicen que el horneado en leña, es lo que más lo hace más especial.