Arqueólogo. Raúl Martínez – Cronista Municipal
Miguel Cástulo de Alatriste nació el 26 de marzo de 1820 en la ciudad de Puebla, hijo de Joaquín Alatriste y de Francisca Castro; desde niño aprendió de su padre el oficio de sastre, lográndolo dominar en poco tiempo, pero dejándolo pues no era su vocación. Entre 1837 y 1840 realizó estudios de jurisprudencia en el Colegio del Estado, para posteriormente trasladarse a la ciudad de México para estudiar en la Universidad Nacional; se recibió como abogado en marzo de 1844.
Dos años más tarde, le confirieron la cátedra de Derecho Canónico en el Colegio de San Juan de Letrán, de la capital de la República; también en ese mismo año contrajo matrimonio con Josefa Cuesta; una de las hijas del matrimonio Alatriste Cuesta, María del Carmen, sería la madre de los Hermanos Serdán, precursores del movimiento revolucionario de 1910.
En 1846 ocupó el cargo de capitán de la 5ta. Compañía del Batallón Hidalgo, con el cual tuvo participación al año siguiente en la lucha contra los invasores norteamericanos. Trabajó como abogado en el Tribunal Superior del Estado y en 1849 inició su carrera política al ser electo síndico del Ayuntamiento de la capital poblana; para 1853 fue electo alcalde segundo, pero en ese mismo año fue desterrado de Puebla por ser opositor al presidente Santa Anna.
Destacado miembro del Partido Liberal, don Miguel fue electo gobernador de Puebla en junio de 1857, tocándole un periodo de mucha inestabilidad, por el enfrentamiento entre liberales y conservadores; hizo campaña en el norte del estado de Puebla y también en Veracruz y Tlaxcala; tras el triunfo liberal, en la batalla de Calpulalpan, Alatriste regresó a la ciudad de Puebla en enero de 1861, donde retomó su encargo de gobernador, siendo ascendido a general; sin embargo, el 3 de septiembre del mismo año renunció debido a que el Congreso lo acusó de abandonar la capital poblana, al ir en persecución de una facción de conservadores.
Poco tiempo duró inactivo el general Alatriste, pues la ciudad de Puebla fue declarada en estado de sitio para enero de 1862 por la presencia de las tropas extranjeras en el puerto de Veracruz y a él se le nombró 2do. Comandante.
Militar del estado
Aunque pareciera difícil de creer, pues el país era preso de una invasión extranjera, se le ordenó a Alatriste trasladarse a Izúcar de Matamoros para repeler un ataque de tropas conservadoras comandadas por el General José María Cobos.
El 10 de abril de 1862, Alatriste y sus 500 hombres se hicieron fuertes en el cerro del Calvario, pero fueron vencidos. Don Miguel fue herido y cayó prisionero, sabiendo que su destino estaba ya escrito pidió que se le permitiera escribir el parte de guerra de la batalla.
A las 9:30 de la mañana del día siguiente fue conducido a una capilla abandonada, en una de las esquinas del atrio de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán. Llegando el momento fatal de su fusilamiento exclamó con voz firme: “Muero pidiendo por el bien de mi patria y de mi familia”; luego, dirigiéndose a los soldados del pelotón les ordenó enérgicamente: “¡Disparen con valor, que muero por mi patria!”
Fue declarado Benemérito del Estado el 28 de octubre del mismo año y sus restos descansan en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de la ciudad de Puebla.
Lo acontecido hace 155 años sin duda marcó un parteaguas para Izúcar, por lo heroico de la situación; de allí que para reconocer el valor del general, su nombre fuera colocado a una calle, a la hasta entonces llamada Plazuela de Santo Domingo (hoy parte del mercado, el cual también lleva su nombre) y al llamado “Puente Viejo”, en cuya remodelación de 1902 se le dio el nombre de este insigne poblano, cuya memoria ha quedado unida al destino de nuestra Heroica Izúcar de Matamoros.