Alberto Cerón / Izúcar de Matamoros, Pue.
**Su monumental escultura ecuestre se entreteje entre la realidad y la leyenda**
Dentro de las muchas tradiciones que tenemos en Izúcar de Matamoros, sin duda destacan las fiestas patronales.
La festividad de Santiago Apóstol es una de las más importantes en esta región; es celebrada cada 25 de julio, siendo una feria de cobertura regional en la que hacen presencia diferentes expresiones culturales, destacando la Danza de los Doce Pares, sin faltar la fiesta pagana. Pero la devoción y la fe de miles de visitantes hacen única esta festividad patronal.
La distinción en esta celebración es la monumental escultura del Apóstol Santiago, cuya historia se entreteje en la leyenda en torno de su elaboración, en la que se menciona a un artista anónimo que llegó a Izúcar.
Cuenta la leyenda que en ese tiempo los mandones que se hacían cargo de este templo tenían primero una escultura más pequeña, la que mencionaban que no les resultaba útil para la devoción; entonces decidieron hacer una más grande.
Fue entonces cuando conocieron a un anciano escultor, quien puso dos condiciones para realizar la escultura, siendo la primera que el precio se pactaría al finalizar la obra, y la segunda es que trabajaría totalmente en secreto; para ello pedía un cuarto donde sólo él pudiera trabajar.
A partir de esto sólo se le llevaba la comida todos los días, hasta que llegó el tiempo en que ya no la consumía, despertando la curiosidad de los mayordomos, quienes decidieron abrir las puertas del cuarto donde trabajaba el anciano escultor, sorprendiéndose al ver la hermosa escultura ecuestre del Señor Santiago Apóstol, ya terminada.
Originalmente esta iglesia correspondió al barrio de Mihuacán, el de mayor extensión de los 14 barrios izucarenses, y hasta los años cuarenta del siglo pasado la administración del templo la tuvieron las personas de dicho barrio, pero les fue retirada por el entonces párroco Arturo Márquez, construyéndose otro templo en el centro del barrio.
Por sus características arquitectónicas, el templo se puede considerar una obra del siglo XVII, con elementos barrocos tanto en su arcada de entrada, el campanario y la fachada.
Precisamente en esta última, junto a la ventana coral, aparecen relieves asociados con el titular del templo: una espada, un estandarte y un rostro indígena. La planta del templo es de cruz latina y cuenta con dos cúpulas, una sobre el crucero y la otra sobre el presbiterio.
En su interior hay dos elementos a destacar: por un lado, los dos retablos barrocos de madera estofada, ubicados en los brazos del crucero, cuyo estilo permite datarlos en el siglo XVIII, y por el otro la monumental efigie del apóstol Santiago, cuyo origen se entreteje entre la realidad y la leyenda, siendo considerada la escultura a caballo más grande de este santo en México.
Si bien a Santiaguito, como cariñosamente lo conocemos los izucarenses, se le cambia de ropa regularmente, no es una escultura para vestir, pues tiene tallada y estofada en oro su armadura.
Es costumbre entre los izucarenses y los peregrinos que llegan a visitarlo santiguarse con las espuelas del santo, las cuales están colocadas junto a su base.