Said Asael / Izúcar de Matamoros, Pue.
El cese de Javier Santiago Reyes como rector de la Universidad Tecnológica de Izúcar de Matamoros marca el punto culminante de una gestión marcada por la incompetencia y el nepotismo desvergonzado. Desde su nombramiento en abril de 2023 hasta su abrupta salida el día de ayer, 7 de mayo de 2024, Santiago Reyes se destacó más por su afán de complacer a los amigos y aliados políticos que por garantizar la calidad educativa y el buen funcionamiento de la institución.
El legado de Santiago Reyes se despliega como un rosario de malas decisiones, todas ellas con un tufo a favoritismo y falta de escrúpulos. Al inicio de su mandato, se despidieron a 26 empleados con años de experiencia y probada capacidad, relegando su valía en aras de favorecer a sus propios camaradas de afinidad sexual. No importó el sacrificio de profesionales competentes, quienes, a pesar de surgir desde las entrañas mismas de la institución, fueron vilmente desplazados en favor de una camarilla que poco o nada tenía que aportar más allá de sus vínculos personales.
Las acusaciones de acoso sexual que persiguen a Javier Santiago Reyes añaden un matiz aún más oscuro a su paso por la UTIM. ¿Cómo puede alguien que ha sido señalado por tan grave falta moral tomar decisiones de tal envergadura? La cuestión no solo radica en su capacidad profesional, sino en su idoneidad ética para liderar una entidad educativa.
Pero el desvarío de Santiago Reyes no se limitó al despido injustificado de empleados veteranos. Autorizó contrataciones sin criterio alguno, sin considerar la preparación o experiencia de los contratados. Esto no solo generó un ambiente administrativo caótico, sino que resultó en un desaprovechamiento irresponsable de recursos financieros, dejando sin ejercer más de quince millones de pesos del Fondo de Aportaciones Múltiples (FAM) por la falta de proyectos bien estructurados y con proyección a largo plazo.
Es irónico, por decir lo menos, que ahora, al dejar la institución sumida en el caos financiero y administrativo que él mismo creó, Santiago Reyes sea descartado como un objeto inservible por Irene Olea Torres, quien hasta hace poco lo mantenía a flote para sus propios intereses políticos. OleaTorres, emblema de una gestión municipal marcada por la ambición desmedida y la falta de escrúpulos, no puede lavarse las manos de la responsabilidad que le corresponde en este desastre.
El despido de Javier Santiago Reyes es una lección amarga para la UTIM y para Izúcar de Matamoros en general. Nos recuerda que el nepotismo, la falta de ética y la incompetencia no solo son vicios dañinos, sino que también son la antítesis misma de la verdadera vocación por el servicio público y la educación de calidad.