Emmanuel Anaya / Izúcar de Matamoros, Pue.
*Más de 42 años brindando asistencia a adultos mayores
La “Casa de la Divina Providencia” es el único asilo caritativo, religioso y sin fin de lucro en el municipio de Izúcar de Matamoros, mismo que se encuentra ubicado en la calle Melchor Ocampo número 11, en el centro de la ciudad, y el cual aloja a ancianos de 75 años en adelante.
El asilo fue fundado el 7 de abril de 1974, por el párroco Eliseo Espinoza, Teresa Espinoza -una religiosa que ahora se encuentra como asilada y sigue apoyando en lo que puede en la casa- y por Serafina Andrade, una fiel devota, quien donó la casa para que se llevará a cabo la casa hogar.
En los inicios, el lugar sólo contaba con pocos cuartos y aunque fue bien recibido, alojaba a pocos ancianos; con el tiempo y con la ayuda de las donaciones de la gente, el lugar fue aumentando en cuartos y diversos espacios.
El asilo cuenta con dos dormitorios, uno para hombres y otro para mujeres, una enfermería, una capilla, una cocina, un comedor y dos patios donde los abuelitos pueden estar caminando o sentados, ya que cuenta con sillas.
En total los que viven en el asilo son 13 ancianos, de los cuales, algunos fueron llevados por sus familiares, otros están por su decisión y los demás son entregados por el DIF o por personas que encuentran a los ancianitos en la calle o en situación de desamparo.
Su personal es reducido, ya que sólo cuenta con una enfermera, una persona que se encarga de preparar los sagrados alimentos, otra para lavar la ropa y sabanas, así como una persona más para la limpieza de los cuartos, sumado a que hay quien se encarga de la limpieza de los baños y una que se queda velando y al cuidado de los abuelitos en la noche; entre todos se las ingenian para mantener lo más atendidos a los abuelitos.
Al entrar al lugar, se puede encontrar a los viejitos sentados platicando entre ellos, así como a la enfermera que atiende las necesidades de estos, y al preguntarles como se encuentran, algunos dicen que bien y que están felices, mientras otros platican cosas de su vida y se alegran de ver gente nueva.
Cabe mencionar que todos los que se encuentran ahí están por su voluntad, de acuerdo con Genoveva Duran, quien es auxiliar del lugar, pues al ingresar un nuevo integrante se le pone a prueba de adaptación por una semana, y los que se quieran quedar son bien recibidos y si no se adecuaron a estar ahí, se pueden retirar, ya que nadie está obligado a quedarse.
Sin embargo, las personas mayores que presentan alguna enfermedad de gravedad o crónica, la casa no puede recibirlas ya que no cuenta con un hospital propio, ni con doctores que se hagan responsables de una lesión mayor.
La sobrevivencia de este asilo está garantizada por donativos que les hacen y que son bien recibidos, ya que en muchas ocasiones no pueden ni pagar un doctor particular para que atienda a los enfermos.
“Hace años vino una señora a dejar a su mamá, nosotros le preguntamos si padecía de alguna enfermedad y ella señaló que no. Pero ya establecida la abuelita nos mencionó que ella estaba muy enferma y que necesitaba sus medicamentos, cuando quisimos contactar a su familiar a través del número que les dejó, resultó que ese número era falso”, señaló Genoveva Duran.
Asimismo, comentó que en la actualidad no han existido decesos, pero en el tiempo que lleva la casa brindando atención a los ancianos, han ocurrido muchos, de los cuales ellos en su mayoría se han hecho cargo de darles santa sepultura, pues muchas veces aunque se les notifique a los familiares, los abandonan y nunca más vuelven para mirarlos por última vez.
La casa que se sustenta a base de donativos en especie cómo son alimentos, pañales, medicamento u otros artefactos, también hace su labor altruista, pues si tiene una despensa en abundancia, ellos donan despensas a comunidades que lo necesiten o a los seminaristas.
“Inclusive nosotros lo compartimos si nos dan en abundancia, por ejemplo, en las fiesta navideñas viene la gente y nos da muchas cosas (…) ahorita vamos a llevar unas despensas a Mazatla, que es un barrio pobre, aparte vamos a aportar algo de esto a los seminarios, porque así como nos apoyan, nosotros también podemos poner nuestro granito de arena”.
Aunque en las fechas decembrinas el asilo es concurrido, el resto del año son visitados en un grado menor, más de las veces los que van son grupos de escuelas que llevan a los alumnos para que aprendan a valorar a los abuelitos.
Las convivencias que alegran a los que se encuentra en el asilo, siempre son bien recibidas, pues los abuelitos siempre quieren estar rodeados de gente con los que puedan convivir.
Asimismo subrayó que se tiene para más adelante, la iniciativa de crear una estancia donde se puedan traer a los adultos mayores para que convivan entre ellos, en un cierto horario, pero eso aún está en planes.
La señora Genoveva concluyó mencionando que “quieran mucho a sus abuelitos, no los desechen como si fueran una cosa que ya no sirve, el anciano es muy sabio, le pedimos que los quieran mucho y que no los abandonen y si quieren venir a visitar a los que están aquí, son muy bien recibidos”.