Diego Salgado / Izúcar de Matamoros.
Con el inicio del mes de diciembre, las calles de México se llenan de un espíritu festivo que anuncia la llegada de las Posadas, una tradición profundamente arraigada en la cultura del país.
En el municipio de Izúcar de Matamoros, esta celebración religiosa y popular se hace presente en diferentes puntos de la localidad, donde iglesias, colonias y barrios participan activamente en la organización de las posadas, un evento que refuerza los lazos de comunidad y el sentido de solidaridad entre los vecinos.
Las posadas, que rememoran el peregrinaje de María y José buscando alojamiento en Belén, se celebran con cantos, oraciones y la tradicional partida de piñatas, en un ambiente de convivencia y alegría. Cada noche, se recrea el peregrinaje de la Sagrada Familia por las calles del municipio, visitando diversas viviendas en busca de posada, mientras los asistentes entonan villancicos y rezos.
En las colonias y barrios del municipio izucarense, los vecinos se organizan para juntar las posadas, planificando cada detalle y creando un ambiente de cooperación. Cada grupo de vecinos se encarga de preparar las oraciones, las velas y los platillos típicos que acompañan la celebración, como los buñuelos, el ponche de frutas y las tradicionales piñatas de siete picos.
Este esfuerzo colectivo, que implica a familias de todas las edades, fortalece el sentido de unidad y pertenencia. Las calles del municipio se iluminan con luces de colores, mientras el sonido de las risas y los villancicos se esparce por todo el pueblo.
Las posadas no solo son una tradición religiosa, sino también una oportunidad para que los habitantes renueven los lazos de amistad y vecindad, compartiendo momentos de alegría y esperanza en estas fiestas decembrinas.
Así, cada rincón de Izúcar de Matamoros se convierte en un espacio de celebración, donde la tradición de las posadas sigue viva y se transmite de generación en generación, dejando en cada corazón un mensaje de solidaridad, fe y unidad.