Juan Manuel Vega / Izúcar de Matamoros,Pue.
En un acto de resiliencia y solidaridad, la Casa Parroquial de Izúcar de Matamoros emprendió una importante tarea: la de reconstruir el emblemático templo de San Juan de Dios, el cual quedó despojado de su cúpula y sumido en graves afectaciones tras el fatídico temblor del 19 de septiembre de 2017.
El padre Manuel, en una emotiva entrevista, rememoró el desastre natural como una tragedia que «lamenta profundamente». A través de un recorrido por el templo, mostró las cicatrices que el sismo dejó en la estructura de San Juan de Dios, revelando un panorama desolador.
El compromiso de la Casa Parroquial no se limitó a San Juan de Dios; el sacerdote compartió sus esfuerzos en la restauración de otros lugares sagrados, como La Parroquia y la capilla de La Luz. A pesar de la magnitud del desastre, el INAH no brindó apoyo económico, pero concedió el permiso a la iglesia de San Juan de Dios y proporcionó los planos necesarios para la restauración del santuario.
Es necesario destacar que la restauración se materializa gracias a la generosidad de creyentes y no creyentes. Kermeses, rifas y otras iniciativas, han sido el motor financiero que impulsa la recuperación de San Juan de Dios.
La restauración, actualmente se encuentra en sus etapas finales, por lo que enfrenta el reto más significativo: la instalación de una cúpula metálica valuada en más de 400 mil pesos. El párroco compartió con entusiasmo que después de colocar la cúpula pronto darán el toque final, para devolver al templo su esplendor con el color que se caracterizaba.
Con emoción y gratitud, el padre expresó su alegría por contribuir a estas nobles acciones con todo su corazón. Invitó a la comunidad a sumarse a este acto de solidaridad, no sólo con aportaciones monetarias, sino también con insumos y participación en las actividades de la iglesia, como rifas y kermeses.
Más allá de los escombros y las cifras económicas, el daño trascendental también se manifestó en la pérdida de creyentes y espacios para profesar la religión. Además, cabe mencionar que el sismo no solo dañó a San Juan de Dios, sino también a otros sitios relevantes de la ciudad, como Santo Domingo y Santiaguito.
Las afectaciones emocionales sin duda fueron evidentes, el temblor dejo corazones destrozados al presenciar templos y figuras religiosas convertidas en pedazos. Sin embargo, en este proceso de reconstrucción, emerge una nueva esperanza, un llamado a la unión y solidaridad para reparar no solo un templo, sino la fe y el espíritu de una comunidad que se niega a ser vencida por las adversidades