Abraham Onofre / Internacional.
Este miércoles 04 de septiembre, una balacera más se presentó en Estados Unidos, en la Escuela Secundaria Apalachee. El hecho dejó un saldo trágico, con al menos cuatro muertos y más de 30 heridos. El ataque, que tuvo lugar en este instituto localizado a una hora de Atlanta, en Winder, Georgia, ha desatado nuevamente la indignación y el dolor en un país que enfrenta con frecuencia la violencia armada en sus centros educativos. Las autoridades han detenido a un sospechoso, quien se encuentra bajo custodia.
Según informes de la Oficina del Sheriff del Condado de Barrow, el tiroteo tuvo lugar durante horas escolares, llevando a la evacuación de estudiantes y personal. «Mi profesora abrió la puerta para ver qué pasaba», relató el estudiante de 17 años, Sergio Caldera. «Luego otro profesor entró corriendo y le dijo que cerrara porque había un hombre armado». Este tipo de situaciones han comenzado a ser comunes en las aulas estadounidenses, donde los estudiantes ya no solo se preparan académicamente, sino que aprenden a enfrentarse a situaciones de emergencia.
El sheriff del Condado de Barrow, Jud Smith, se limitó a confirmar en una rueda de prensa la existencia de «múltiples heridos», sin dar mayores detalles sobre las víctimas fatales. Mientras tanto, una multitud de ambulancias, policías y equipos de emergencia se movilizaban a la escena, donde se pudo observar un helicóptero médico evacuando a algunos heridos.
La reacción nacional no se hizo esperar. El presidente Joe Biden, en un emotivo comunicado, expresó su dolor por las vidas truncadas por esta «violencia armada sin sentido», haciendo hincapié en la normalización de situaciones de este tipo en las escuelas del país. Por su parte, el secretario de Justicia, Merrick Garland, también se mostró devastado por la tragedia y el impacto en las familias afectadas.
Este lamentable suceso reitera la creciente preocupación por la seguridad escolar en Estados Unidos, el único país desarrollado donde los tiroteos en centros educativos son una preocupante constante. Las comunidades siguen clamando por soluciones efectivas que pongan fin a esta crisis que no solo afecta a los estudiantes, sino que marca de manera profunda a la sociedad en su conjunto.