** Certificaron el deceso de cuatro migrantes mixtecos en el ataque **
** En total, 15 mexicanos fueron identificados entre las víctimas; 7 eran poblanos **
** A 20 años aún se siguen registrando casos de cáncer y otros males relacionados a la nube tóxica **
Noemí Bautista – Elizabeth Soriano – Juan Rubio – Josué Escudero / Internacional
Han transcurrido dos décadas del atentado terrorista contra las Torres Gemelas del World Trade Center ocurrido el 11 de septiembre de 2001, en el que se perdieron más de 3 mil vidas y la herida continúa, ya que con cada aniversario se reviven los momentos de dolor de miles de personas que no podían salir de los dos edificios que colapsaron.
Entre los fallecidos se encontraban mexicanos, poblanos y mixtecos, que laboraban en alguna de las torres y en negocios aledaños, quienes encontraron la muerte en el ataque.
A raíz de esa masacre, política, economía y sociedad cambiaron para siempre, no solo para Estados Unidos, sino para todo el mundo, sobre todo en los países de occidente. A partir de ahí, la lucha contra el terrorismo y la vigilancia de los ciudadanos tomaron una dimensión y un rumbo que nadie se había esperado antes de los atentados.
Actualmente, aún se continúan las investigaciones y las familias de las víctimas siguen exigiendo respuestas; a 20 años de que un papá, una mamá, un hijo, un amigo o conocido salían de sus hogares rumbo a su trabajo o a diversas actividades y encontraron la muerte.
Desclasifican informe
En el 20 aniversario de los trágicos sucesos, el actual presidente demócrata Joe Biden ordenó desclasificar informes secretos del ataque del 11 de septiembre de 2001, debido a que se sospecha que Arabia Saudita, aliado estratégico de Estados Unidos, estaría involucrado en el atentado terrorista.
El presidente estadounidense explicó que firmó una orden ejecutiva para que el Pentágono y otras agencias supervisen una revisión de documentos secretos relacionados con investigaciones del FBI sobre el 9/11. La desclasificación tendrá lugar durante los próximos seis meses.
Posterior a esto, el Servicio Secreto publicó imágenes que muestran el momento del colapso de las Torres Gemelas, el caos de los alrededores y al presidente George Bush visitando la Zona Cero tres días después de los ataques.
¿Cómo fue el atentado?
La mañana del 11 de septiembre de 2001, cuatro aviones comerciales fueron secuestrados por 19 hombres afiliados a la organización terrorista Al Qaeda, divididos en cuatro grupos, cada uno con un piloto entrenado y con objetivos establecidos, de los cuales tres se impactaron en sus blancos, pero en el cuarto, los pasajeros evitaron el desastre.
Un avión de American Airlines y uno de United Airlines se estrellaron contra las Torres Gemelas; otro contra el Departamento de Defensa (Pentágono) en Virginia, y el cuarto, dirigido al Capitolio de Washington D.C., cayó en Pensilvania, tras la lucha entre pasajeros y secuestradores.
¿Por qué derrumbaron las torres?
El primer avión se impactó contra la torre norte a las 8:45 de la mañana. El edificio ardió durante 102 minutos y luego, a las 10:28 a.m. se derrumbó en solo 11 segundos.
Dieciocho minutos después del primer choque, a las 9:03 a.m., el segundo avión impactó la torre sur. El rascacielos resistió en llamas durante 56 minutos, tras los cuales, a las 9:59 a.m., colapsó en 9 segundos.
De acuerdo con el ingeniero civil Eduardo Kausel, profesor emérito en el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), las Torres Gemelas tenían un diseño que era estándar en la década de los 60, cuando comenzaron a ser construidas.
Cada edificio tenía en el centro un núcleo vertical de acero y hormigón, que albergaba los ascensores y las escaleras; hasta fue probada contra un impacto de avión.
El fuerte golpe, según el informe del NIST, «dañó severamente» las columnas y desprendió el aislamiento contraincendios que recubría el entramado de vigas y columnas de acero. La vibración del choque hizo que el recubrimiento anti-fuego del acero se fracturara, con lo cual las vigas quedaron más expuestas a las llamas, explica Kausel.
El daño estructural abrió camino al fuego, que a su vez iba causando más daño estructural. Los datos oficiales estiman que cada avión cargaba cerca de 10 mil galones de combustible (más de 37 mil 850 litros). «Eran bombas voladoras», dice Kausel.
Gran parte de ese carburante se quemó durante la bola de fuego que se formó en el momento del impacto, pero también hubo mucho combustible que se derramó a los pisos inferiores de las torres, eso hizo que el siniestro se expandiera, encontrando a su paso varios objetos inflamables que le permitían seguir avanzando.
Ese incendio descontrolado tuvo dos efectos principales, explica el ingeniero del MIT; primero, el intenso calor hizo que se dilataran las vigas y las losas de cada piso. Esto causó que las losas se separaran de sus vigas; además, la dilatación de las vigas también empujó las columnas hacia afuera, pero luego hubo un segundo efecto.
Las llamas comenzaron a ablandar el acero de las vigas, volviéndolas maleables, eso hizo que lo que antes eran estructuras rígidas, ahora parecieran cuerdas que al arquearse comenzaron a impulsar hacia adentro las columnas a las que estaban unidas.
Las columnas ya no estaban totalmente verticales y comenzaron a arquearse, debido a que las vigas primero las empujaron hacia afuera y luego las atrajeron hacia adentro, así que se comenzaron a pandear, y una vez que el edificio entró en caída libre, el colapso fue progresivo.
Esto hizo que el derrumbe quedase envuelto en una nube de polvo, y que las paredes externas se demoliesen hacia afuera; ambos edificios se esfumaron en cuestión de segundos, pero el fuego entre los escombros siguió ardiendo durante 100 días.
Jalid Sheij Mohammed, el cerebro de los ataques
Jalid Sheij Mohammed o Khalid Sheikh Mohamed (KSM) es el hombre acusado de crear los planes para secuestrar aviones de pasajeros y estrellarlos contra lugares emblemáticos de Estados Unidos, por lo cual, desde hace 20 años está encarcelado en la prisión de Guantánamo, esperando una sentencia, que de ser encontrado culpable lo llevaría directo a una pena de muerte.
Mohammed, Ammar al Baluchi, Walid bin Attash, Ramzi bin al Shibh y Mustafa al Hawsawi comparecieron recientemente ante una corte por primera vez en 18 meses, en la reanudación del proceso en su contra, por el vigésimo aniversario de los ataques a las Torres Gemelas.
En la década de los 90 el FBI tuvo la oportunidad de atrapar a Mohammed, lo que pudo haber evitado esta catástrofe. El agente Frank Pellegrino había perseguido a Mohammed durante casi tres décadas, pero nunca logro su detención.
Pellegrino había sido asignado por el FBI para investigar el atentado con bomba en 1993 contra el World Trade Center. Desde ese atentando el nombre de Mohammed llamó la atención de las autoridades estadounidenses, porque había realizado una transferencia de dinero a uno de los involucrados.
El agente del FBI se dio cuenta de la magnitud de la ambición de Mohammed en 1995 cuando fue vinculado a un complot para estrellar aviones sobre el Pacífico. A mediados de la década de 1990, Pellegrino estuvo cerca de conseguir arrestarlo y lo siguió hasta Qatar. Él y su equipo fueron a Omán desde donde planeaban cruzar a Qatar y arrestar a Mohammed.
Un avión estaba listo para traer de regreso al sospechoso; pero hubo resistencia de los diplomáticos estadounidenses sobre el terreno. A pesar de las acusaciones y pruebas en contra de Jalid, éstos se mostraron cautelosos para no causar problemas en el país.
Pellegrino ni siquiera pudo incluirlo en la lista de los diez más buscados de Estados Unidos, pues le dijeron que ya había demasiados terroristas allí, oportunidad que aprovechó Mohammed para huir de Qatar para terminar en Afganistán.
Durante los años siguientes, el nombre de KSM siguió apareciendo a menudo en las listas telefónicas de sospechosos de terrorismo arrestados en todo el mundo, lo que dejaba claro que estaba bien conectado.
Después sucedió lo del 11 de septiembre. Los temores de Pellegrino sobre el papel de KSM en el atentado resultarían acertados cuando una figura clave de al-Qaeda bajo custodia, lo identificó.
En 2003, Mohammed fue localizado y arrestado en Pakistán. Pellegrino esperaba que lo llevaran a juicio bajo la acusación en la que él había trabajado, pero la CIA lo había llevado a un «lugar negro» donde se utilizaban «técnicas mejoradas de interrogatorio».
Desde que comenzó el caso, los fiscales lo han considerado cerrado, incluso sin la información contaminada obtenida de los brutales interrogatorios de la CIA.
Para probar su caso, la defensa exige enormes cantidades de material clasificado que el gobierno se resiste a entregar, desde el programa de tortura original hasta las condiciones imperantes en Guantánamo y evaluaciones del estado de salud de los detenidos.
Las demandas han retrasado el juicio, pero la defensa culpa al gobierno de ocultar activamente materiales relevantes para el caso.
Bin Laden no estuvo tras el ataque: talibanes
Dos décadas después, los talibanes han recuperado el poder en Afganistán y han querido dar a entender a la comunidad internacional que no buscan enemigos y pretender mantener buenas relaciones con los países del mundo.
Ante esto, los talibanes recientemente negaron que Osama Bin Laden estuviera detrás del ataque terrorista a las Torres Gemelas en 2001, pues aseguran que 20 años después aún no hay pruebas de su presunta responsabilidad.
La información la dio a conocer el portavoz del grupo Zabihullah Mujahid, quien alegó que Bin Laden no estuvo involucrado en el momento en que fueron derribados los edificios en Estados Unidos.
Por ello, de acuerdo con la revista colombiana “Semana”, Zabihullah dijo que sobre la guerra nunca hubo una justificación para que se realizara la incursión militar y que los hechos que ocurrieron el 11 de septiembre de 2001 solo fueron una excusa para iniciar el conflicto bélico, que terminaría hace unos días con el retiro de las tropas estadounidenses del territorio afgano.
Pese a estas recientes declaraciones, es importante recordar que en 2004 se publicó un video donde Osama Bin Laden se atribuyó el crédito del ataque, argumentando que mientras veía a las torres de Líbano destruidas, se le ocurrió castigar de la misma manera a los responsables y destruir la Torres Gemelas en Estados Unidos, para que sintieran lo mismo.
A 20 años, los estragos siguen
Más allá de las más de 3 mil personas que perdieron la vida y los 6 mil heridos que dejó el ataque terrorista en el World Trade Center de Nueva York, aún no se han terminado de contabilizar los estragos totales, pues a 20 años aún se siguen registrando casos de cáncer y otros males relacionados con la nube tóxica que perduró durante dos semanas en el sur de la isla y que afectó a rescatistas y voluntarios, paramédicos y autoridades que apoyaron en las labores de rescate.
Tras el ataque se generó una intensa humareda que cubrió parte de Manhattan y que estaba compuesta por restos de combustibles de los aviones, de equipos electrónicos, mercurio y amianto; todo eso fue respirado por quienes se encontraban en la zona.
Por lo que luego de la caída de estos dos edificios se desató una ola de generosidad en Nueva York, que hizo que miles quisieran ayudar; derivado de esto, según estudios que se dieron a conocer en 2018, cerca de 75 mil personas sufrieron enfermedades de distinta índole, sobre todo relacionadas con daños al pulmón; el número fue confirmado por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos.
Las consecuencias a mediano plazo para muchos de los rescatistas fueron problemas respiratorios, pérdida de capacidad pulmonar, asma o sinusitis.
Por otro lado, en 2006, la doctora Mary Wolff ya advertía sobre los efectos a largo plazo, los cuales serían consecuencia del trauma psicológico con la exposición química.
Años más tarde, en 2011 la revista científica The Lancet publicó un estudio que exponía que los daños en la salud de quienes estuvieron en el siniestro derivaba en el alto riesgo de contraer cáncer, llegando a afectar incluso a los hijos de las embarazadas que estuvieron en el lugar. Hasta finales de 2020, el Programa Federal de Salud reportó más de 10 mil casos de cáncer relacionados con el 11-S.
Ante esto, se contabilizaron más de 60 tipos de cáncer en los pacientes, el más habitual es el de pulmón, pero también se registran casos en hígado, esófago, piel, estómago, colon o incluso de mama en hombres.
Jaquelin Josefa Febrillet y Matthew Baionne, abogados que representan a sobrevivientes de los atentados del 11 de septiembre recalcaron: “Nunca hubo una exposición química comparable. Nadie podía predecir lo que pasaría con miles de millones de toneladas de materiales de construcción en combustión durante 99 días, emitiendo químicos en el aire de la ciudad”.
Afganistán después del 11/11
Con la llegada de las tropas de EU la paz terminó para todo habitante de Afganistán, quienes siempre temerosos volteaban al cielo para ver qué tan cerca estaban las explosiones y poder huir de sus hogares para resguardarse en los pocos lugares que consideraban seguros.
La atención internacional se centró de inmediato en Afganistán, donde los talibanes gobernantes fueron acusados de proporcionar un santuario para los principales sospechosos del ataque: Osama Bin Laden y su movimiento Al Qaeda.
Al día siguiente del ataque, cientos de medios extranjeros ya se encontraban en el país, desesperados por alguien que pudiera hablar inglés para ayudarlos como traductores mientras cruzaban la cercana frontera hacia Afganistán.
Esta situación fue aprovechada por varias personas afganas que gracias esta acción quedaban prácticamente bajo el resguardo de los medios y así evitaban correr muchos riesgos a los que estaban expuesto tanto por los saldados talibanes como de los estadounidenses.
Para los habitantes afganos, Estados Unidos no buscaba la paz, lo que quería era una venganza por las Torres Gemelas, no importando quienes murieran, pues en varios comunicados se pudo ver la voluntad genuina entre las bases de los talibanes de deponer las armas y reanudar sus vidas.
Varios ciudadanos afganos perdieron la vida de manera inocente, pues no importando que los habitantes estuvieran alejados de la postura de los talibanes, eran asesinados, tan solo por el hecho de estar en territorio de Afganistán.
Los ataques aéreos y atentados suicidas con coches bomba se volvieron una constante en la región, lo que ocasionaba que las personas perdieran sus vidas o patrimonio. Muchos de los ataques de los soldados de EU se basaron en información de inteligencia falsa, proporcionada por alguien que quería resolver una amarga rivalidad personal o una disputa de tierras.
La creciente falta de confianza entre las fuerzas terrestres y los afganos comunes significaba que las fuerzas estadounidenses no podían distinguir la verdad de las mentiras.
Los talibanes utilizaron estos ataques para tornar a los afganos contra su propio gobierno, lo que resultó ser un terreno fértil para sus campañas de reclutamiento.
Varios afganos no tenían una postura a favor de ningún grupo, pero sufrían las consecuencias de una guerra que nunca pidieron, a consecuencia de un ataque que ellos nunca previeron, sólo querían vivir una vida normal, la cual les fue arrebatada.
Cuatro mixtecos entre las victimas
Nueva York tembló y la Mixteca se cimbró debido a que cientos de mixtecos estaban trabajando en lugar del ataque. Muchos de ellos perdieron la vida y solamente cuatro fueron identificados, los demás no han sido reconocidos, porque la mayoría eran ilegales y tenían documentos falsos.
Para muchos pasó desapercibida esa tragedia en la que fallecieron mexicanos, entre ellos varios poblanos; al principio sólo se pudieron identificar a 5 que fueron inscritos y recordados en el Memorial 9/11 en Nueva York, los familiares de estos migrantes recibieron una indemnización por parte del gobierno estadounidense.
Posteriormente y con el avance de las investigaciones y de acuerdo con la información proporcionada por la Fundación “Pies Secos”, en total se identificaron 15 mexicanos que perdieron la vida en la tragedia, 7 de ellos poblanos y 4 de éstos de la Mixteca.
Leobardo López Pascual tenía 42 años y era originario del municipio de San Pablo Anicano, vivía en el Bronx de Nueva York y trabajaba en Windows on the World en el piso 107 de la torre uno, al igual que Antonio Meléndez Santiago de 30 años y Juan Romero Orozco; ambos originarios del municipio de Acatlán de Osorio.
Asimismo, se identificó a Antonio Javier Álvarez originario del municipio de Santa Inés Ahuatempan, tenía 23 años y también laboraba en el restaurante Windows on the World en la torre 1; y en más municipios de la entidad se encuentran identificados: Alicia Acevedo de Teziutlán, Max Gómez de Puebla y Víctor Antonio Martínez de Tlachichuca.
El resto de los mexicanos fallecidos fueron: Margarito Castillas y José Manuel Contreras de Guadalajara; Joel Guevara y Jorge Octavio de Aguascalientes; Fernando Juárez de Oaxaca, Martin Morales de Tlaxcala y Juan Ortega de Morelos.
El presidente de “Pies Secos”, Ricardo Andrade Cerezo, declaró que en su momento sí tuvieron reporte de desaparecidos, por lo que se les dio acompañamiento a los familiares para ofrecer el apoyo aún con sus estatus de indocumentados.
Por su parte, la Asociación “Tepeyac”, que promueve los derechos de los migrantes mexicanos en NY, expuso que la cifra puede ser mucho mayor, pues debido a la condición migratoria de las víctimas, nunca se supo de los fallecimientos de más mexicanos, pues algunos usaban otro nombre, una identificación falsa o simplemente no había registros de que trabajaran en algunas de las torres atacadas.
Opinión de especialistas
Para los especialistas, este hecho marcó un antes y un después para Estados Unidos, la primera potencia mundial.
El profesor emérito de seguridad nacional en la American University, Gordon Adams, dijo que el 11-S marcó el inicio de la pérdida del poder de Estados Unidos con respecto a otros países. Y aseguró: “es como si siguiéramos enterrados en el trauma del 11-S” y cree que no se han disipado “ni el instinto hegemónico ni el miedo”.
El historiador y psicólogo Charles Strozier aseguró que los ataques tuvieron una dimensión apocalíptica. Fue un desastre a tal escala que hizo sentir a la gente que (…) el mundo se podía acabar. “Estados Unidos era un animal herido; un animal herido con un enorme poder militar”, añadió.