Rompiendo Cadenas – Por: Michelle López
El contexto político: el regreso de Trump
El próximo 20 de enero marcará una fecha que muchos desearíamos no tener en el calendario. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos representa un retroceso para los derechos humanos, especialmente para los migrantes y mujeres latinas. Sus discursos y políticas, cargados de odio y racismo, no solo son un reflejo de sus ideologías, sino una amenaza concreta para millones de personas.
Trump ha demostrado ser un violador de derechos humanos: separó familias migrantes en la frontera y despojó a mujeres de sus derechos fundamentales; su administración previa estuvo marcada por acciones que rayaron en lo inhumano. Según múltiples informes, mujeres migrantes detenidas en centros de detención sufrieron abusos físicos, psicológicos y médicos, incluyendo procedimientos forzados como histerectomías sin su consentimiento. Estos hechos, documentados y denunciados, no solo ilustran la brutalidad del sistema que él promovió, sino su desprecio absoluto hacia la dignidad humana.
El día a día de los migrantes
Las historias de quienes cruzan la frontera son desgarradoras. Personas que arriesgan sus vidas enfrentándose al desierto, traficantes y autoridades corruptas, solo para ser recibidas con hostilidad. Muchas mujeres migrantes denuncian violaciones y abusos durante su tránsito, y la falta de recursos en los consulados mexicanos agrava su vulnerabilidad. Estas son realidades que no podemos ignorar ni minimizar.
Además, la posibilidad de que los Cárteles mexicanos sean designados como organizaciones terroristas bajo la administración de Trump, añade una nueva capa de peligro. Esta medida, lejos de resolver la problemática del crimen organizado, podría justificar intervenciones militares y aumentar la criminalización de comunidades enteras.
La desconexión de los latinos que apoyaron a Trump
Resulta desconcertante que algunos latinos, y en especial hijos de migrantes, hayan decidido votar por Donald Trump. Esta decisión refleja un alarmante nivel de desconexión con su historia y raíces.
Muchos han abrazado un discurso que busca borrar o minimizar las luchas de las comunidades migrantes, lo que plantea una serie de preguntas: ¿Cómo pueden ignorar
las políticas que afectan directamente a sus familias? ¿Es esta desconexión el resultado de un esfuerzo por integrarse o asimilarse a una sociedad que muchas veces los rechaza?
En algunos casos, estos latinos prefieren identificarse con valores conservadores o buscan alejarse de los estereotipos asociados a su herencia. Sin embargo, esta actitud puede llevarlos a ser cómplices, aunque sea de manera indirecta, de un sistema que perpetúa el racismo y la exclusión. No es solo un acto de olvido; es una traición a las comunidades que luchan diariamente por sobrevivir en un entorno hostil.
Reflexión y llamado a la acción
Es crucial reflexionar sobre las implicaciones de este panorama. ¿Qué papel jugamos como mexicanos y latinoamericanos en este contexto? ¿Cómo podemos unirnos para proteger a quienes serán más vulnerables ante este nuevo ciclo político?
Acciones necesarias
-Fortalecer los consulados mexicanos en Estados Unidos, asegurando recursos y personal suficiente para atender a los migrantes.
-Promover una política exterior clara y firme que defienda los derechos humanos en todos los niveles.
-Colaborar con organizaciones civiles para brindar apoyo directo a las comunidades migrantes.
-Exigir transparencia y acción por parte del gobierno mexicano frente a estas amenazas.
No podemos permitir que el regreso de Trump marque el fin de la esperanza para los migrantes y las mujeres. Al contrario, debemos convertir este momento en un llamado a la solidaridad, a la lucha por la justicia y a la protección de quienes más lo necesitan. Nuestra responsabilidad trasciende fronteras, y nuestra voz es la herramienta más poderosa que tenemos para resistir.