Román Valle / Información internacional.
Durante los años 40 y 50, el crecimiento económico de Nueva York se concentró en el centro de la ciudad, mientras que el Lower Manhattan (Bajo Manhattan), fue relegado a un segundo plano.
El complejo fue diseñado a principios de 1960 y construido en el corazón financiero de la ciudad de Nueva York; contenía alrededor de 1.24 millones de metros cuadrados, y durante décadas, fue el símbolo del mundo financiero de Estados Unidos.
A principios de los años 70, la ciudad de Nueva York fue testigo del monumental proyecto de construcción que fue tomando forma. Las torres del “World Trade Center”, diseñadas por el visionario arquitecto Minoru Yamasaki, se elevaban rápidamente por encima del horizonte.
Estas maravillas arquitectónicas eran algo más que edificios; eran símbolos del poder económico estadounidense y de la cooperación internacional.
En diciembre de 1972, la Torre Norte había alcanzado su impresionante altura, arrojando una larga sombra sobre la ciudad. La Torre Sur estaba muy cerca de ser completada, hasta que, en julio de 1973, fue finalmente completada su construcción, un testimonio de las increíbles hazañas de ingeniería de la época.
Miles de trabajadores entre obreros, ayudantes, supervisores, ingenieros y arquitectos, trabajaron incansablemente para dar vida a esta ambiciosa visión, empleando técnicas de construcción vanguardistas, que empujaron los límites de lo que era posible.
Una vez terminada la construcción, las “Torres Gemelas” reclamarían el título de los edificios más altos del mundo, que quedarían como monumentos emblemáticos durante las próximas décadas. Su innovador diseño de «marco de tubo», permitió planos expansivos y abiertos de piso, que se convertirían en una característica definitoria del complejo.
El “World Trade Center” no fue simplemente un testimonio del ingenio humano; fue un faro de esperanza, progreso y la interconexión de las naciones.