Román Valle / Ciudad de México.
Los años sesenta del siglo pasado, fueron el pináculo del llamado “Milagro Mexicano”; junto con la estabilidad y el crecimiento económico de aquella época, se presentó un vertiginoso cambio cultural y social, sobre todo en la juventud, que integró nuevas formas de expresión tanto en la vestimenta como en el arte, que nada o poco tenían que ver con las generaciones que la precedieron.
Esa época marcó el inicio de una transformación de los paradigmas sociales y culturales, estos cambios los encabezaban las generaciones juveniles, especialmente universitarios; así, el año de 1968, fue estremecido alrededor del mundo con protestas estudiantiles en países como Francia y Estados Unidos, a las que los jóvenes de México se sumaron por motivos de la situación social del país.
El autoritarismo y represión ejercidos por el gobierno del presidente Gustavo Día Ordaz en 1968, desencadenaron una serie de marchas organizadas por estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en las que se exigía, principalmente, el respeto a la libertad de expresión y movilización social, la disolución del cuerpo de granaderos y el respeto a los derechos humanos.
Las marchas de protesta convocadas por el cuerpo estudiantil, se volvieron un canal para la manifestación del descontento generalizado. Con frecuencia, las consignas gritadas por los asistentes incluyeron sátiras, burlas e insultos en contra de las autoridades, particularmente las policíacas del entonces Departamento del Distrito Federal, y en contra del entonces presidente de la República.
Aunque estas marchas generalmente estaban integradas en su gran mayoría por jóvenes, a estas se habían sumado también otros sectores de la población, como profesores, padres de familia, que anteriormente ya se habían organizado para sus propias demandas, por lo que el movimiento adquirió gran fuerza y relevancia social en esa época.
En aquel 2 de octubre, se congregaron en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, de la Ciudad de México, entre cinco mil y diez mil personas. Sin embargo, hacia la tarde comenzó la violenta represión por parte del Estado, la cual continuó durante la noche y terminó con la vida de muchas de las personas que se encontraban en el mitin.
Algunas de estas víctimas pudieron ser identificadas; no obstante, el vedo informativo frente a estos hechos imposibilitó un conteo real de los fallecidos, así como su identificación.
A lo largo de los años, se han hecho esfuerzos por esclarecer lo sucedido, honrar a las víctimas y mantener viva la memoria de la “Masacre de Tlatelolco”, pues el 2 de octubre de 1968, fue un suceso que marcó la vida política y social de nuestro país, el cual permanece en la memoria histórica como un recordatorio de la importancia de la lucha por los derechos humanos, la democracia y la justicia.
Hasta el día de hoy, este hecho es recordado como una de las movilizaciones ciudadanas más importantes en pro de la democracia y del respeto al Estado de derecho.
Por su impacto en la construcción de la vida democrática en México, el 2 de octubre de 2018, en el Muro de Honor del Congreso de la Unión, fue inscrita en letras de oro la leyenda: “AL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968”.