El Rebaño Sagrado es el nuevo campeón de la Copa MX al derrotar en penales a Morelia por 3-1, tras un empate sin goles durante los 90 minutos regulares.
El portero Miguel Jiménez tapó tres penales en la tanda de definición, para corresponder a la confianza que le dio Matías Almeyda durante todo el torneo por encima del titular habitual, Rodolfo Cota.
El mexicanísimo concepto de dejar todo hasta el final fue aplicado a lo máximo en esta Final de la Copa MX. Un pobre nivel de partido precedió al drama de la tanda de penales. Si acaso la actuación del arquero uruguayo Sebastián Sosa fue lo más destacado de un partido que ofreció poco y que quedó lejos del nivel esperado para una final, del torneo que sea.
Chivas, impulsado por las gradas llenas de su estadio, estuvo más cerca de la anotación. Carlos Fierro intentó en par de ocasiones, pero sin la precisión suficiente para llevar el balón a las redes.
El Rebaño perdió profundidad ante la salida de Ángel Zaldívar por una dramática lesión que lo sacó del campo entre lágrimas de dolor e impotencia.
Durante el primer tiempo no cambió mucho en el segundo. Morelia se protegió de las llegadas rojiblancas y apostó por el nivel de un Sosa que pide a gritos la titularidad en la Liga.
En la tanda de penales, el primero en tirar fue Carlos Salcido, quien titubeó y el uruguayo Sosa le adivinó el disparo. El exjugador de Boca Juniors se lanzó a su lado izquierdo, justo al lugar donde iba el balón. En ese momento había duda, porque Miguel Jiménez da sus primeros pasos con el primer equipo de Chivas y había fallado en torneos anteriores.
Hay personajes que necesitan de la adversidad para enseñar el coraje y Jiménez demostró que es uno de ésos. No pudo con el tiro de Mario Osuna, pero sí con los de Jorge Zárate, David Cabrera y Luis Gabriel Rey. En el otro lado, los jóvenes ejecutaron como expertos.
Toquecito para engañar al arquero de Monarcas de Hedgardo Marín, a la izquierda. Alan Pulido fue a la derecha y Orbelín Pineda repitió. Pase a la red para superar a un portero que fue subcampeón de Copa Libertadores con Boca Juniors, que quería ganar algo en su paso por el balompié mexicano.
En la banca, Matías Almeyda arengó a los suyos a atacar hasta el último instante y también dedicó palabras a cada uno de sus jugadores antes de pararse en el manchón penal. Palmadita en la espalda y la confianza para que sus jugadores le ayudaran a ganar su tercer título con las Chivas. Dos de Copa MX y otro de Supercopa.
En el otro extremo, Roberto Hernández hizo lo contrario que Almeyda. Pensó que los jugadores con más bagaje en Primera División no iban a fallar en la tanda de penales. No fue así. El único que atinó fue Osuna, y luego los demás perdieron ante la presión del arquero Jiménez.