Juan Manuel Vega/ Internacional.
El rugido de la naturaleza sacude el suroeste de Islandia mientras la erupción volcánica de Grindavik sacude la calma, desencadenando la evacuación de este pueblo pesquero y amenazando puntos neurálgicos como la central eléctrica y la joya turística del país.
Desde las entrañas de la tierra, la lava brota cerca de Grindavik, una ciudad desolada tras una intensa actividad sísmica que la vació hace semanas. Ubicada en la península de Reykjanes, a 40 kilómetros al suroeste de la capital, esta erupción inició a las 22:17 horas del lunes 18 de diciembre, confirmada por la Oficina Meteorológica.
«Una erupción de unos 3.5 kilómetros cerca de Sundhnúka, al norte de Grindavik, ha desencadenado evacuaciones», declaró Bjarni Benediktsson, Ministro de Exteriores de Islandia, mientras la Guardia Costera prepara vuelos para evaluar la magnitud y ubicación precisa de esta manifestación volcánica.
El profesor Thor Thordarson de la Universidad de Islandia, especialista en vulcanología y petrología, describe el espectáculo: «Flujos de lava de dos a tres kilómetros con fuentes superiores a 100 metros de altura, una erupción de alto calibre, más intensa que las anteriores en la región».
Esta península, en calma por casi 800 años, despertó en 2020 con actividad sísmica, para dar paso en 2021 y 2022 a episodios de magma emergente. Pero esta erupción, más cerca de la civilización, plantea riesgos mayores, especialmente si se dirige al mar, potencialmente generando cenizas capaces de paralizar el tráfico aéreo.
«No creo que afecte significativamente al tráfico aéreo, pero sí a comunidades locales y la infraestructura», advierte Thordarson, señalando a Grindavik, la Laguna Azul y la central eléctrica de Svartsengi como áreas vulnerables.
En 2010, el volcán Eyjafjallajokull cubrió los cielos europeos con ceniza, suspendiendo el tráfico aéreo por semanas. Desde entonces, las regulaciones han cambiado, reduciendo la probabilidad de interrupciones masivas como esa.
¿Por qué los terremotos en Islandia?
Con 30 sistemas volcánicos y más de 600 fuentes termales, Islandia, en la cordillera del Atlántico medio, se sitúa sobre la fisura entre las placas tectónicas de América del Norte y Eurasia. Esta ubicación geológica, aunque propicia para erupciones, no había amenazado áreas habitadas así desde 1973.
Esta erupción, cercana a la Laguna Azul y la central eléctrica de Svartsengi, propiedades que brindan calor a miles, plantea un escenario crítico. «Lamentablemente, para Grindavik, este es el peor lugar posible para una erupción», concluye Thordarson.
El espectáculo natural deslumbra, pero las consecuencias amenazan la estabilidad de esta región. Islandia, tierra de fuego y hielo, enfrenta un capítulo inquietante en su historia geológica.