Columna de Opinión / Gabriel Sánchez Andraca
Para entender la decadencia que el Partido Acción Nacional (PAN) ha sufrido en sus ochenta y cinco años de existencia, basta pasar lista de los candidatos a la presidencia de la República que ha tenido desde 1952 a la fecha.
En ese año tuvo a su primer candidato que fue el licenciado Efraín González Luna, un destacado jurista católico jalisciense, muy conocido y respetado en Guadalajara, su lugar de residencia y buen orador; el segundo fue don Luis H. Álvarez, ingeniero textil de profesión, dueño de una fábrica de telas en Ciudad Juárez de donde era originario, que había sido un exitoso candidato panista a la presidencia municipal y que perdió, pues en ese tiempo prevalecían los fraudes electorales y solo ganaba el PRI, pero siguió en la política, hasta alcanzar la candidatura a la presidencia. Después fue senador de la República y dirigente nacional de su partido. Fue un colaborador muy efectivo en el diálogo con los zapatistas de Chiapas que lideraba el subcomandante Marcos.
Don José González Torres fue el tercer candidato presidencial panista. Se trataba de un líder católico reconocido por instituciones de esa religión de nivel internacional. Fue dirigente nacional de la Acción Católica Mexicana y un extraordinario orador como lo demostró durante su campaña presidencial, que logró ganarse, a fuerza de escuchar sus encendidos discursos, a los miembros de la escolta que le puso el Gobierno federal durante sus recorridos.
Otro de los candidatos panistas fue Efraín González Morfín, hijo del primer candidato. Era un personaje serio, muy atento con todo mundo y con la preparación humanista que adquirió en el seminario jesuita en el que estudió para ser miembro de esa orden, pero que abandonó casi al terminar sus estudios.
También fue candidato del PAN don Gustavo Madero, sobrino en primer grado del iniciador de la Revolución Mexicana.
LLEGARON LOS NEOPANISTAS Y EL PAN SE VOLVIÓ un partido dependiente de los grupos empresariales empezando por la Coparmex, que lanzó a la candidatura presidencial a un ex dirigente del sindicato patronal llamado Confederación Patronal de la República Mexicana. Ese candidato fue Clouthier, que encabezó la lucha por derribar al priísmo para recobrar el control de la banca mexicana que había sido expropiada por el presidente José López Portillo.
Sabemos todos en lo que terminaron los gobiernos de Vicente Fox, brillante vendedor de Coca-Colas de cuya empresa era uno de sus principales distribuidores; un personaje folklórico de origen gringo y español, que ahora se espanta de que haya entre los aspirantes de Morena, descendientes de judíos y franceses y de lo que fue el gobierno de Felipe Calderón, hijo de un congruente fundador del PAN, don Luis Calderón Vega, que renunció a ese partido, del que fue historiador y cronista, cuando Acción Nacional se volvió franquicia de los grupos empresariales más retrogradas del país.
Felipe, que ya como presidente, puso al frente de Seguridad Nacional, a una persona ligada a los cárteles más poderosos del crimen organizado, ahora preso en los Estados Unidos, que inició la guerra entre las bandas delincuenciales que dieron origen a la etapa de mayor inseguridad y violencia que ha vivido México desde el término de la Revolución de 1910.
AHORA EL PAN, IMPULSADO POR GRUPOS EMPRESARIALES de la derecha más rancia del país, está promoviendo para representar a ese partido a la señora Xóchitl Gálvez, senadora de la República, que tiene en su haber como algo de lo más importante de su carrera, el haberse puesto un disfraz de dinosaurio en la sala de sesiones del Senado de la República, para ganarse el aplauso de sus correligionarios y la advertencia de la presidencia de dicha cámara, que si no salía del salón por su cuenta, se le sacaría a la fuerza; Ahora se sabe, que como empresaria fue contratada por el gobierno de su correligionario Fox, con quien hizo negocios multimillonarios.
Cuenta de su origen indígena, algo que es falso y de haber vivido una pobreza propia de los pueblos originarios, algo que es muy dudoso, lo que la obligó a vender gelatinas en su pueblo.
La señora Xóchitl representa el grado de decadencia política e ideológica en que ha caído el partido de la derecha mexicana, si se le compara con los primeros aspirantes panistas que ese partido tuvo y que le hizo ganarse el respeto de sus adversarios liberales de esa época. Si don Manuel Gómez Morín, el fundador de Acción Nacional viviera, se volvería a morir, del ‘puritito’ coraje.